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Es increíble, pero cierto, que todavía haya gente que sigue creyendo que Andrés Manuel López Obrador es un peligro para México
Sin embargo, no todo está perdido, pues quienes menos podía pensarse que actuaran con sensatez y cordura, los miembros de las cúpulas empresariales, lo están haciendo con el propósito de evitar que México se desbarranque definitivamente, como sería el caso de seguir por el camino que llevamos desde hace tres décadas, el cual se complicó severamente a partir del año 2000. El presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), Alberto Espinosa Desigaud, en un mensaje videograbado afirmó que durante 2011 fueron cerradas más de 160 mil empresas, afectadas por las condiciones de inseguridad prevalecientes.
Puntualizó que luego de poco más de tres años de la firma del Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad, “no se han cumplido los compromisos adquiridos por los tres niveles de gobierno, el Congreso y el Poder Judicial”. Aseguró que “ni la implementación de la Plataforma México, ni la inversión en equipos policíacos con tecnología de punta, han logrado disminuir la delincuencia”. Se lamentó de que 98 por ciento de los delitos quede impune, y de que sólo uno de cada 10 delincuentes, de los casos que llegan a juicio, recibe sentencia.
Fue muy claro al sostener que “el Estado no cumple con su principal obligación, que es garantizar la seguridad e integridad física y patrimonial de los ciudadanos”. Por ello advirtió la necesidad de que la población sepa “qué acciones específicas van a tomar (los candidatos) para mejorar la calidad de vida de los mexicanos y solucionar de raíz este problema”. Dijo que ya basta de retórica, “necesitamos soluciones concretas”.
Desde luego tiene razón. La ciudadanía está harta de demagogia y mentiras, en lo que son maestros Josefina Vázquez Mota y Enrique Peña Nieto. Su trayectoria pública así lo demuestra. ¿No se significó la panista, cuando fue secretaria de Desarrollo Social, por su proclividad para desviar recursos destinados a comunidades marginadas, como los rarámuris, para orientarlos a las campañas del PAN? ¿No demostró su total carencia de sensibilidad social cuando fue coordinadora de la bancada panista en la Cámara de Diputados, como cuando las empleadas de limpieza se organizaron para pedir que les pagaran a tiempo su magro sueldo y fueron despedidas?
¿Y qué decir de Peña Nieto, cuyo sexenio se caracterizó por la represión contra movimientos ciudadanos, demostrando así una firme vocación antidemocrática? ¿No se caracterizó también por los altísimos niveles de corrupción, siguiendo la pauta de su tío Arturo Montiel, a quien protegió en todo momento ya como su sucesor? ¿En base a que podría pensarse que ambos van a cambiar de la noche a la mañana, cuando llevan toda su vida pública comportándose de manera antidemocrática y reaccionaria?
Esto lo saben muy bien los dirigentes de sectores fundamentales para el país, como el mencionado presidente de la Coparmex, quien ve con justificado temor la posibilidad de que los próximos años sigamos los mexicanos siendo víctimas de una camarilla que ejerce el poder con una finalidad eminentemente patrimonialista, sin pensar un poco en las necesidades y graves problemas del país. ¿Acaso no dejará Felipe Calderón una dramática secuela de asesinatos, latrocinios, corrupción y desgobierno? Por eso hay una bien fundada preocupación entre los dirigentes más connotados del sector empresarial, pues más de lo mismo acabaría socavando el poco futuro que aún tenemos, situación que sólo podrá remediarse con un cambio verdadero.
Fueron ampliamente superadas las posibilidades de engaño por parte de una clase política reaccionaria, sólo atenta a cuidar sus privilegios. Sin embargo, es de tal magnitud la desinformación que sufre el pueblo, su terrible despolitización, que todavía quedan resquicios para que esa clase política se salga con la suya en los comicios de julio. Por eso es fundamental que los sectores más responsables de la sociedad no le sigan el juego a los abanderados de esa clase política. Es muy importante que el IFE actúe conforme al papel histórico que le corresponde en este proceso, y vigile que no se rebasen los topes de campaña, como es evidente que muy pronto así habrá de suceder, por parte del binomio PRI-PAN.
Aun es tiempo de que México retome el camino de la paz social y la gobernabilidad, lo que sólo podrá lograrse con un cambio real, no sólo en lo que toca a la economía, sino sobre todo en las formas de hacer política, en las relaciones entre gobernantes y gobernados. Todos saldremos ganando, incluso los sectores empresariales.
Guillermo Fabela - Opinión EMET
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