Featured Post

El yo es otro; la envidia: la localización de un deseo. (@CamiloRamirez_)

 
El yo es otro; la envidia: la localización de un  deseo
¿Quién ha copiado a quien? La primera compañera, aquella supuesta “original” es mirada por otra compañera


Camilo Ramírez Garza
“…la  transformación producida en el sujeto cuando asume una imagen”
Jacques Lacan

Detenidamente observa la forma de vestir de una compañera de trabajo; le llaman la atención sus accesorios, su ropa, sus zapatos y su bolsa. No quiere perder detalle alguno. Toma nota de todo cuanto puede, tratando de hacer una fotografía mental, pues sacar el celular y tomarle una foto le parece excesivo. Además no son tan amigas como para hacerlo, ni si quiera para preguntarle dónde compró tal o cual cosa. Semanas después consigue todo y asiste al trabajo vestida con los mismos elementos que vio. Su compañera la observa, primero con sorpresa, luego con enojo: ¡Ella me ha copiado! ¡Es una envidiosa! –le dice a otras compañeras de la oficina. Pero ¿Quién ha copiado a quien? ¿Qué es lo que le enoja a la que es mirada? ¿Qué localiza una envidia? Si tomamos la etimología de “envidia”, del latín: envídere: “in” poner sobre, ir hacia, “vídere”: mirar, “poner la mirada sobre algo”, podríamos reformular la cuestión y decir que “una puso la mirada sobre algo de la otra”, precisamente porque le hizo mirada la ropa, los zapatos, etc.

¿Quién ha copiado a quien? La primera compañera, aquella supuesta “original” es mirada por otra compañera; VE lo que viste, lo que lleva puesto, en ese sentido  todo humano puede ser objeto de mirada (desde el “taco de ojo”, la critica, “la comidilla”,  y “el viboreo”, etc.) Luego la compañera VA a comprar lo que VE, justamente hace lo mismo que hizo la primera, “la original”, cuando vio la ropa y los accesorios en el aparador de la tienda. (Cfr. La película “La familia Jones”, EUA, 2010, director: Derrick Borte)
“La segunda” viste lo que la otra llevaba y se presenta en el trabajo, la otra al mirarla no deja de ver algo de sí en ella (“El Yo es otro” Rimbaud) pues dice “Ella se ve igual que yo”, “Me ha copiado” asume que la original es ella y la otra la copia, pues si lleva esa ropa en segundo momento, es “la otra”. En ese sentido, como dice Juan Manuel Serrat, “Nosotros somos los otros de los otros”. El otro, la otra, en una relación amorosa, por ejemplo, siempre puede asumirse o no como el otro, la otra, sino como “el/la original”, el/la numero 1. Sarte decía: “El infierno son los otros”, precisamente son un infierno porque el otro siempre me regresa algo de la cifra maldita que me constituye que no soy capaz de ver.
El enojo parte de ver a “la otra” en la misma posición en la que “la original” estaba al comprar la ropa y los accesorios, es decir, tan copiona la otra como ella misma. Solo que al presentarlo en un lugar de trabajo, “la original” asume que es diferente, pues ella lo vio/compró primero en un aparador y “no lo copió” de nadie. Salvo que en ese  caso sería muy absurdo que el diseñador o el modelo que muestran la ropa se enojaran porque alguien más la ve, la compra y la usa, puesto que precisamente de eso se trata. En ese sentido, el enojo también parte del no (¿Poder? ¿Querer?) reconocer algo de la propia posición en la otra, o incluso algo más amplio, que todo humano es en cierta forma un maniquí para el otro, es decir, un modelo. Recordemos que en lengua francesa a los modelos (personas) en el ámbito de la moda se les dice así “mannequin”. Y es precisamente del modelo que surge el amor (Cfr. Películas: “Me enamoré de un maniquí”, EUA; 1987, “A los 13”, EUA; 2003) ; ese lazo y nudo amoroso/odioso a través del juegos de miradas y cambios de “piel” entre las compañeras que “de la vista nació el amor/odio” como se tejió un drama de oficina cotidiano.
http://columnacamilo.jimdo.com
Twitter: @CamiloRamirez_
Camilo Ramírez Garza - Opinión EMET