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Sé que es una frase conocidísima de librerías Gandhi, pautas publicitarias ingeniosas, reímos al leerlas y algunos como Enrique Peña Nieto, rabiaron.
“Ojos que no leen, corazón que no siente”
¿El mexicano tiene miedo a la lectura o a los libros?
No descifraremos en realidad la pregunta, puede que sean las dos cosas o tal vez tantas letras en sus páginas asuste a las personas, no sabremos nunca qué sucede con el hábito de la lectura en nuestro país.
Las cifras son alarmantes y desconcertantes. La UNESCO y otras organizaciones indican que el mexicano lee entre 1.8 y 2.8 libros al año. La Encuesta Nacional de Lectura realizada por el CONACULTA, publicada en 2006, arrojó un 33.5% de personas que en su vida han abierto un libro y un 60.9% presume haber leído uno o más títulos. Todas estas cifras demuestran que existen personas que ni el manual de la lavadora leen pero, en dónde está el problema, ¿En el sistema educativo arcaico o en una práctica que jamás fue fomentada en los hogares mexicanos?
Se siguen escribiendo preguntas sin respuestas, opciones serían mejores que continuar por el sendero del misterio.
Vivimos en la llamada ‘Era de la información’, contamos con una lista extensa de buscadores en la red, además de miles de sucesos publicados de manera instantánea en las diferentes redes sociales, existen tantas opciones que hoy en día tenemos para estar informados y no dar pie a la indiferencia colectiva, empezar por interesarnos en la situación en la que se encuentra nuestro país.
Hasta este momento, tenemos la posibilidad de elegir el tipo de información con la que queremos ser bombardeados, en otros casos, aplicaciones nos invitan a descargar libros electrónicos, algunas obras de manera gratuita, otras con costo, convierten a dispositivos móviles como; tabletas, celulares de tercera generación y prácticamente cualquier dispositivo móvil que cuente con una pantalla y una memoria, en un libro.
Existen distintos aparatos que sirven como interfaz, pero Kindle, lanzado por Amazon en 2007, se convirtió en uno de los primeros instrumentos que funcionaron y amenazaron con desplazar al libro desde aquel momento, algo de lo cual, nada ha sucedido.
Tal vez en algunos años celebremos al libro, cada 23 de abril, como un objeto de culto, dentro de una caja de plástico cerrada al vacío para mantenerlo como en algunas bibliotecas o libreros personales, espacios que solían ocupar.
La digitalización de distintas publicaciones se ha dado de una forma acelerada, con el afán de permitir el acceso a miles de personas a cualquier texto, ya sea como consulta en una página web o descargarlo a través de las distintas aplicaciones que ofrecen estos artefactos, algo que pareciera no importar en nuestro país.
Algunos preferirán la forma tradicional de lectura, disfrutar el aroma que desprenden las hojas al abrir un libro, interactuar con él. Para otros, será más fácil en la forma digital, sacar cualquiera de estos instrumentos, prenderlo y continuar alimentando a la imaginación y la fantasía.
@KidFreshPlay
Oscar Ramírez Pérez - Contenidos EMET