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El discurso de Romero Deschamps pasó de lo frívolo al engaño y al cinismo cuando presentó como avances la concreción de compromisos establecidos desde hace tiempo en anteriores revisiones contractuales
El discurso de Romero Deschamps pasó de lo frívolo al engaño y al cinismo cuando presentó como avances “la concreción de compromisos establecidos desde hace tiempo en anteriores revisiones contractuales” que se sintetizan en reducción de la planta de trabajadores; “un avance real en la construcción de obras de indiscutible necesidad para los trabajadores y sus familias, como unidades médicas, Cendis o unidades deportivas”, que lleva a preguntar por el destino de las cuotas de los trabajadores; la firma del “convenio de productividad” en julio pasado para el aprovechamiento pleno de mano de obra sindicalizada que estaba siendo subutilizada, que lleva a indagar ¿para qué firmó?, ¿qué no sabe como descalifica el gobierno federal a sus agremiados y ya les está escamoteando sus pensiones?; la “optimización de los recursos de capacitación para el fortalecimiento de todos nuestros trabajadores sindicalizados”, ¿y los millones que les dan para ese rubro?; “la adquisición, después de 30 años aproximadamente, de equipos de perforación terrestre de la más reciente tecnología”, y entonces, ¿por qué de tantas fallas y accidentes?
Dirigente sindical sumamente cuestionado por el manejo que ha realizado del sindicato petrolero, Romero Deschamps se auto elogia señalando que han logrado “dar viabilidad a Petróleos Mexicanos”, cuando es de todos conocidos la crisis que atraviesa la paraestatal por la pésima administración de la misma en los últimos gobiernos federales que la han empujado a la privatización; destaca que la relación de los petroleros con el sector público bajo la tutela la Ley Federal del Trabajo, como si desconociera que es uno de los ordenamientos legales que más estorba al calderonismo y sobre el que ha enfilado sus baterías en el Congreso.
En donde si tiene razón y coincide plenamente con los planteamientos que hace Andrés Manuel López Obrador es la importancia que tienen todas estas actividades (de Pemex) para dar tranquilidad al país, al tener la certeza de la producción de crudo o el abastecimiento de gasolina, sin sobresaltos, para los agentes económicos o incertidumbre para la sociedad. También sin duda en el enorme burocratismo que ahoga a la paraestatal y que no fue resuelto por la reciente Reforma a la Ley del Organismo pues no se tradujo en mayor eficiencia en su desempeño y su Consejo de Administración no se convirtió en un instrumento capaz y ágil en la toma de decisiones de la empresa. La sobre regulación sigue generando congestionados procedimientos administrativos que dificultan la fluidez de operación de Pemex.
Petróleos Mexicanos debe seguir trabajando para convertirse en “empresa de excelencia”, sin que este concepto implique la aceleración del proceso de privatización que lleva muy avanzado Felipe Calderón, sino por el contrario en manos del Estado mexicano debe seguir contribuyendo al desarrollo y ser garante de la estabilidad del país.
Lilia Arellano
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