Featured Post

Los riesgos de la transición. (@Morf0)

 
Los riesgos de la  transición
Recordar que para pertenecer al sistema se debe actuar en consonancia con él, es necesario para entender los virajes tanto de ideas como de actitudes del candidato de la izquierda electoral


A diferencia de 2006, Andrés Manuel ha sustentado su campaña con la bandera de los valores morales ante los cuales nadie podría oponerse, de principio, por un simple reflejo del ser humano de empatizar con lo “bueno” y lo “correcto”; en contraste con el otrora “beligerante“ campista de reforma. Sin embargo no todo queda en los discursos de la “república amorosa”. Las formas en cómo el candidato de la izquierda electoral construye su imagen ante los medios de comunicación (siempre hambrientos de cualquier tipo de error) denota un rasgo poco visto en él: la institucionalidad. Esto causa ciertas renuencias entre los electores que han visto minada su lealtad a Andrés Manuel, los más reacios a cualquier tipo de reconciliación con los poderes fácticos por razones lógicas: el esfuerzo invertido desde antes de 2006. Tanto esfuerzo y sacrificio realizado para congeniar con los causantes del desastre nacional no parece ser congruente. Es posible que el “Bien Común” exija que las discordias se dejen en el cajón del pasado para recomenzar un nuevo proyecto de nación (tal como arguyen los alineados al pensamiento de la izquierda electoral), pero tal actitud tendrá consecuencias que pesarán en la credibilidad del candidato de ser electo presidente: su cercanía tácita con personajes históricamente repudiados, sería el mayor tema a cuestionar.

Recordar que para pertenecer al sistema se debe actuar en consonancia con él, es necesario para entender los virajes tanto de ideas como de actitudes del candidato de la izquierda electoral, pero por encima de lo anterior se debe tener en cuenta que para permanecer dentro de ese sistema se debe cumplir con los compromisos adquiridos previamente. De tal forma que el mayor riesgo para el candidato, de ser electo, y en un momento dado para el país entero, sería precisamente lo que ahora parecer ser su mayor fortaleza: nuevamente, la institucionalidad.
Se debe tomar en cuenta lo anterior como un ejercicio de responsabilidad y congruencia; a causa de las enormes expectativas que los fieles a Andrés Manuel invierten en la transición se corre el riesgo de una ruptura aún más profunda del tejido social, del descrédito de las luchas sociales. Estas reflexiones no son en contra del proyecto de nación de AMLO, sino la puntualización de un defecto mostrado como virtud del candidato. La participación de los entusiastas por un cambio de administración presidencial merecen ser representados no por la generalización del reclamo social, sino por quien ofrezca cambiar la estructura del sistema mexicano.  Si la transición va en serio, que en serio se tome en cuenta la realidad nacional, no sólo reconocerla, no sólo indignarse ante ella, no sólo vitorear al que la señala; exigir erradicar las raíces de los problemas, exigirnos tener el valor de cambiar nuestras fallidas percepciones. De nada servirá la transición si la sociedad civil permanece como una masa generadora de votos, de nada servirá si sigue actuando como moneda de cambio electoral.

Morf0 - Opinión EMET