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La Bioculturalidad de México. (Agustín Ávila Romero)

La Bioculturalidad de  México
Pero en estos tiempos no sólo el uso público del petróleo puede fomentar el desarrollo social, sino en países como México donde existe una mega diversidad podría aprovecharse esta para detonar la posibilidad de crecer exitosamente



Pero en estos tiempos  no sólo el uso público del petróleo puede fomentar el desarrollo social, sino en países como México donde existe una mega diversidad podría aprovecharse esta para detonar la posibilidad de crecer exitosamente y como ejemplo a nivel internacional.
Nuestra nación posee una riqueza en ecosistemas, en diversidad de especies animales y vegetales, en lenguas, en culturas. En México tan sólo se hablan oficialmente 52 lenguas incluida el castellano y  hay una coincidencia plena entre las reservas naturales que nos quedan como país con lugares de habitación de etnias indígenas. Ahí en el hábitat de tseltales, tojol-ab´ales, nahuas, mixtecos, choles, entre otros, hay una memoria biocultural que persiste y se recrea diariamente y que nos muestra caminos alternativos.
Por tanto toda esta diversidad biocultural que pervive en el norte, centro y sur de nuestro país más que “un lastre del pasado”, “un estorbo a nuestra integración con los vecinos del norte”, es una palanca impresionante para la construcción de nuevos sueños con ancestrales raíces. El que utilicemos todos esa riqueza biocultural para el bien común de los mexicanos y no solamente para su apropiación y privatización por empresas trasnacionales es algo que debemos defender urgentemente. Detrás de los conocimientos tradicionales y de las cosmovisiones de los pueblos indios, se esconden posibilidades inmensas de construir nuevos caminos civilizatorios diferentes a los de esta fase depredatoria neoliberal.

En ahí donde observamos una disputa entre la lógica neoliberal de privatización de la naturaleza que ve en los territorios indígenas la oportunidad de explotar los recursos mineros, destruir la soberanía alimentaria, privatizar los bienes comunes como el agua, el viento y los recursos del subsuelo y por tanto de despojar a los pueblos de sus tierras asi también construir proyectos de turismo convencional que ningún beneficio dejan a los habitantes de dichas localidades.

Frente a ello el planteamiento biocultural abre la posibilidad de observar la importancia de estos recursos estratégicos para el país y visualizar la posibilidad de construir procesos comunitarios que generen beneficios a las comunidades donde se encuentra la biodiversidad, la riqueza minera, el paisaje o el bien común desde el cual se desarrollen plenamente procesos alternativos que permitan construir el estar bien o el buen vivir de los pueblos originarios y de los habitantes del resto del país.
Así mas que preocuparnos en la idea del vivir mejor y acumular bienes materiales como sinónimo de progreso y de crecimiento económico, debemos plantearnos la posibilidad de acceder como ciudadanos de nuestro México hacia la felicidad publica o el buen vivir, más que en ser infelices rodeados de cosas materiales, que seamos felices rodeados de los suficiente logrando el bien común.
Agustín Ávila Romero - Opinión EMET