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Detrás de Vázquez Mota, montañas de corrupción (Lilia Arellano)

 
Detrás de Vázquez Mota, montañas de  corrupción
En medio de tantos engaños surge la falta de memoria como elemento principal, como materia prima, para que puedan avanzar en sus verdades a medias o en las grandes mentiras. Muy orgullosos los panistas hablan de la llegada de una mujer


En medio de tantos engaños surge la falta de memoria como elemento principal, como materia prima, para que puedan avanzar en sus verdades a medias o en las grandes mentiras. Muy orgullosos los panistas hablan de la llegada de una mujer a la candidatura y reiteran que México esta preparado para admitir en el máximo poder a una fémina. Sólo que lo mismo se dijo cuando doña Rosario Ibarra de Piedra fue postulada por el Partido Revolucionario de los Trabajadores y ella sí que fue mano en estas postulaciones. Dos mujeres se registraron cuando Ernesto Zedillo ganó la presidencia: Cecilia Soto por el PT y doña Marcela Lombardo Otero por el PPS (Partido Popular Socialista); hace 6 años quien aspiró fue Patricia Mercado bajo las siglas del Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina. En el presente esas 4 mujeres intentan romper con algunos dichos más que darle su apoyo a la Vázquez Mota, aunque detrás de la panista, y lo saben, están montañas de corrupción.

Ahora que si bien las posibilidades de doña Josefina son superiores a las de sus congéneres por pertenecer a un partido fuerte, que se ubica en el trío de los más influyentes, ninguna de las nombradas ha cargado sobre sí un pasado tan salpicado, tan lleno de cuestionamientos sobre su conducción en los manejos económicos, ninguna ha sido señalada por proteger delincuentes y ocultar fraudes y tampoco se les supo ligadas a otras féminas cuyos pasados son similares como es el caso de la ex jefa de la oficina de la Presidencia, Patricia Flores, y su cercanía y apoyo a la ex diputada faltista. La Vázquez no cuenta con el apoyo de una de sus similares: Martha Sahagún de Fox. Similitud que se percibe en las ambiciones, en la ignorancia, en la lejanía de la sociedad y en la facilidad para hacer más que aliados o seguidores, cómplices y vasallos.
La forma de escalar es también parecida. Josefina escribió un librito, se hizo amiga de Martita, entró por una pequeña puerta y en menos de 10 años ya llegó al máximo sitio, sin tener que hacer trabajo de partido, sino del seguro, del carroñero, del que lleva al triunfo, del que se conoce como fraude. Patricia Flores saltó de ser “ama de llaves” de Los Pinos a Jefa de la Oficina de la Presidencia, convirtiéndose así en la mujer más poderosa de esa casona, muy por encima, incluso, de la propia Margarita Zavala. Fue También Ernesto Cordero, el mismo que destapó el asunto de Coahuila y Moreira, el ex de Hacienda, el “patán” como lo llamó chepina, el hoy candidato plurinominal al Senado después de su derrota en la contienda interna panista, quien le llevó a Calderón los expedientes de “Patyflo” con todo y los números de las cuentas bancarias abiertas en el extranjero con su apellido y el de un Elizondo.
La Flores se unió a las ambiciones de Roberto Gil por alcanzar la presidencia de Acción Nacional y ahora que el ex secretario particular del michoacano y ex diputado aparece en el círculo más cercano de la Vázquez Mota ha llevado hasta allá a la Flores quien ha tenido varios encargos y de entre ellos dotar de suficientes recursos económicos a la campaña. Para lograrlo ha contado con la chequera del influyente “maseco”, de Roberto González Barrera, el de Gruma. La Flores esperaba aparecer en la lista de candidatas al Senado, sin embargo todavía pesa el gran fraude con la “Estela de luz” y la falta de transparencia en las cuentas sobre los gastos que se hicieron en Los Pinos durante su estancia al frente de la principal oficina, mismos que incluyeron los cientos de millones gastados fuera de los presupuestos aprobados tanto para esos gastos como para los de comunicación, con lo que intentó manchar a Max Cortázar responsabilizándolo a sabiendas que las entregas “extraordinarias” salían de su chequera y no siempre llegaron a los destinatarios que se mencionaban.
Lilia Arellano