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Da Calderón bienvenida a Benedicto XVI con un discurso teñido de guerra

 
Da Calderón bienvenida a Benedicto  XVI con un discurso teñido de guerra
Joseph Ratzinger salió sonriente del avión de Alitalia las 16:15 horas, luego subió los brazos y al final juntó sus manos en los labios.




En su primera estancia en México, la sexta de un papa, es recibido por un pueblo que ha sufrido mucho por la violencia despiadada y descarnada, expresó el presidente Felipe Calderón al resaltar que somos 93 millones de mexicanos católicos, el segundo país con la mayor población que profesa esa fe, aunque después revindicó el Estado laico.

Desde el último viaje que hizo el fallecido Juan Pablo II a México ha transcurrido una década y los signos fueron distintos. Aunque Calderón se asumió como católico no besó el anillo del pescador, como sí lo hizo su antecesor, Vicente Fox, sólo inclinó levemente la cabeza y tomó con fuerza las dos manos del jefe del Estado vaticano.

Su esposa Margarita Zavala hizo lo mismo; nada que ver con Marta Sahagún, que se arrodilló ante el Papa. Fue otro guanajuatense el que emuló a Fox, el gobernador panista Juan Manuel Oliva, quien se inclinó y besó el anillo del visitante ataviado con sotana color crema.

Joseph Ratzinger salió sonriente del avión de Alitalia las 16:15 horas, luego subió los brazos y al final juntó sus manos en los labios. Bajó nueve escalones y volvió a saludar a 4 mil personas que fueron congregadas en el Aeropuerto Internacional de Guanajuato. Se trataba de grupos de jóvenes de organizaciones laicales, pastorales y de algunas instituciones católicas así como de agrupaciones de defensa de la vida.

Hubo gritos, pero no el entusiasmo mostrado en los tiempos de Karol Wojtyla. Los mismos animadores preguntaban ¿Dónde está la juventud mexicana?, los veo muy aguados, en las tres horas de espera que fueron aprovechadas para ensayar las porras y entonar las coplas de Caminos de Guanajuato.

El México de la pobreza y la desigualdad, el que Calderón señaló en su discurso que se esfuerza con ahínco por superar, estuvo representado apenas por dos niños indígenas mixtecos, Araceli Esteban y Gilberto Moreno, que llevaron ante Ratzinger y Calderón un cofre, color crema y con detalles dorados, que contenía tierra mexicana.

Porque en el graderío instalado a unos metros del estrado en que se realizaría la ceremonia de recepción del pontífice, los jóvenes provistos con banderas del Vaticano y de México eran en su mayoría de colegios particulares

• Peregrino de la fe

En sus primeras palabras recordó a su venerado predecesor, el beato Juan Pablo II, quien quiso ir a Guanajuato, lo que suscitó una ovación de los asistentes que en algún momento exclamaron varias veces ¡México, siempre fiel!, la frase que marcó las cinco visitas del papa polaco.

Declaró estar en el país como peregrino de la fe, de la esperanza y de la caridad. Deseo confirmar en la fe a los creyentes en Cristo, afianzarlos en ella, y animarlos a revitalizarla con la escucha de la palabra de Dios, los sacramentos y la coherencia de la vida.

Invitó a los mexicanos a contribuir a una convivencia respetuosa y pacífica, basada en una inigualable dignidad de toda persona humana, creada por Dios, y que ningún poder tiene derecho a olvidar o despreciar. Esta dignidad se expresa de manera eminente en el derecho fundamental a la libertad religiosa, en su genuino sentido y en su plena integridad.

Y prometió pedir encarecidamente a Dios y a la Virgen de Guadalupe por el pueblo mexicano y rezar por quienes sufren a causa de antiguas y nuevas rivalidades, resentimientos y formas de violencia.

• Fallas en el protocolo

Hubo algunas fallas en la ceremonia. Calderón fue presentado por el maestro de ceremonias como Felipín y luego el Presidente intentó saludar a un integrante de su comitiva y se quedó con la mano extendida cuando el protocolo señalaba que éstos sólo debían saludar al visitante y no a quien los presentaba.

• Calderón llega con una cola de 60 mil muertos: Raúl Vera

Raúl Vera, obispo de Saltillo, dice que el presidente Felipe Calderón llega al encuentro con una cola de 60 mil muertos y que el mandatario debería practicarse un examen de conciencia ya que se dice católico, un examen de conciencia. Me da vergüenza que tengamos al frente de México a una persona que se confiesa públicamente católica y está aplicando una estrategia con ausencia de procuración de justicia, con el Ejército en las calles, con denuncias de violaciones a los derechos humanos, con el crecimiento terrible de la corrupción. Es una pena que tengamos ese tipo de católicos.

Raúl Vera sostiene que el pontífice está bien enterado de la situación del país y sabe que arriba a un territorio en el que prevalece la violencia. No viene a ciegas, asegura.

Vera, comenta que Benedicto XVI llega a un país con un ambiente fracturado, con desorganización social, con ausencia de protección a los ciudadanos; un ambiente de empobrecimiento creciente, de abandono de la juventud. Continúa: Llega a un ambiente de violencia generalizada, porque ésta no únicamente son los muertos, sino los desaparecidos, los secuestrados y los desplazados.

Cerca del lugar donde Vera charla con los representantes de los medios de comunicación, centenares de jóvenes hacen valla y expresan su júbilo por la visita, pero detrás de ellos no hay más gente.

• Ratzinger no logró convocar a la multitud esperada en León

Hace 13 años Felipe Calderón también era presidente, pero de su partido, y en esa calidad evaluó la visita de Juan Pablo II: Confío en que los reclamos emitidos por el Papa de manera pública o privada sean atendidos por el gobierno, particularmente para lograr el cese a la hostilidad en contra de los creyentes católicos en Chiapas, y también para avanzar en mayores espacios de educación religiosa, que siguen haciendo falta en México.

Hoy, apenas pisa Joseph Ratzinger la tierra que no visitaba desde mayo de 1996, Calderón parece informarle que sí hizo la tarea: Visita usted un país donde avanzamos a la consolidación de nuestra democracia, con pleno respeto a la libertad, a la libertad de culto, a la pluralidad política, religiosa e ideológica que es posible en un Estado laico.

Claro, si de recibir al Papa se trata, la pluralidad tiene sus límites.

• Cuentas irrefutables

Para la Juventud del Papa –así se hacen llamar las muchachas y muchachos que hacen valla con pantalón azul, camisa blanca y pañoleta amarilla– la jornada comienza tan temprano que aún no es mediodía cuando ya algunos, a punto de caer, se echan bajo las pocas sombras disponibles.

Hacia las dos de la tarde el amplio camellón que remata en el Arco de la Calzada está lleno, pero de letreros que dicen zona de amortiguamiento. Se supone que habría tanta gente en la ruta del papamóvil que se habían dispuesto espacios con servicios sanitarios, vigilancia, ambulancias e Internet gratuito para quienes no alcanzaran un lugarcito. Pero sólo caminan por aquí los vecinos de siempre.

La vida transcurre normalmente. Incluso hay menos gente debido a que las oficinas públicas y muchas empresas privadas dieron el día a sus empleados. Tampoco, por supuesto, hubo clases ni abrieron los bancos.

Conforme pasan las horas, más gente se acerca al bulevard Adolfo López Mateos. Los negocios de la zona ofrecen baños, agua, comida y recuerdos de la visita. Se quedan con la mayor parte de la mercancía.

Más tarde, el vocero del Vaticano dirá que participaron entre 600 y 700 mil personas en el recibimiento, ajustándose así a la estimación del gobernador.

Aunque a lo largo del recorrido de 35 kilómetros hay muchos huecos, o largos tramos donde sólo hay una valla simple de jóvenes voluntarios, no hay manera de contradecir al vocero papal, pues quienes darán la cifra oficial son las autoridades de Guanajuato, entusiastas organizadoras de la visita.
Redacción Emet - la jornada