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Agnes Torres Sulca no asistió al acarreo del Estadio, ni al teatro para acompañar a Amlo fue asesinada, tema presentado por Alberto Sladogna, psicoanalista, @sladogna
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Un
mundo político en que “nadie” se hace cargo.
El día de ayer dos precandidatos
dejaron de serlo para pasar a ser candidatos por uno de sus partidos. Andrés
Manuel López Obrador lo hizo en un teatro, pleno de ciudadanos, ninguna de
ellos se retiró hasta que AMLO concluyó con su aceptación y respectiva jura.
Una candidata realizó algo semejante en un Estadio donde sus simpatizantes la
aguardaron cuatro horas –desde la 9hs hasta las 13hs-, cuando ella se presentó
un porcentaje importante de los ciudadanos convocados ya había abandonado el
recinto, quizás fueron una mayoría de los asistentes. AMLO reiterará su
aceptación y postulación en dos ocasiones más para aceptar su candidatura por el PT, y luego, lo hará por
el PRD.
Ambos actos tiene una
arquitectura semejante, no igual, en
ambos casos se realizó en un edificio destinado al espectáculo. Se dejó de
lado, por diversos motivos y procedimientos, la plaza pública, se pasó del
espectáculo público y abierto al espectáculo cerrado y acotado de un teatro y
de un estadio de futbol.
La jura en el estadio de fútbol fue interesante: demostró los límites cada vez mayores del acarreo. El acarreo tiene una estructura: personas –de ambos sexos- son contratados mediante una serie de “beneficios” –paga en dinero, camisetas, lunch, cachuchas, botes de limpieza, acceso a posibles futuros empleos, etcétera. Son contratados como actores para representar el papel de “ciudadanos conscientes” o de “ciudadanos partidarios de tal o cual candidatura”.
La jura en el estadio de fútbol fue interesante: demostró los límites cada vez mayores del acarreo. El acarreo tiene una estructura: personas –de ambos sexos- son contratados mediante una serie de “beneficios” –paga en dinero, camisetas, lunch, cachuchas, botes de limpieza, acceso a posibles futuros empleos, etcétera. Son contratados como actores para representar el papel de “ciudadanos conscientes” o de “ciudadanos partidarios de tal o cual candidatura”.
Hay muchos sectores, en particular, mujeres que
aceptan el contrato pues es la oportunidad de asistir a un espectáculo en el
Distrito Federal, a lo cual suman un plus: ese día quedan liberadas de las
tareas de sus hogares, como cumplen con
el gasto –al incrementarlo-, sus parejas y sus familias lo aceptan llegan a acompañarlas aumentado el ingreso
extra para salarios más que escaso o no tanto. Nadie sabe con exactitud qué
consecuencias tiene eso: muchos extras en ocasiones votan por esa candidatura,
muchos quizás voten por otro candidato y muchos no votaran por nadie, simplemente no van a votar.
El acarreo no descansa solo en la
manipulación, es una forma de participar del espectáculo de la política de amplios
sectores amplios de la población a quien la familia política no toma en cuenta
más que como extras o actores contratados para representar al público. Acarrear
en su versión más clásica viene adosado a un cuerpo: el corporativismo. Esa
operación está bien ilustrado por el filme “El concierto”. Esos músicos
productos de la cultura del acarreo o de la bola construida por la burocracia
soviética, recordemos que la nomenclatura soviética fue el modelo para el aparato
político surgido de la revolución mexicana: el partido corporativista llamado
PRI. El filme muestra como algunos músicos del teatro Bolshoi, Moscú, Rusia,
para tener ingresos luego de la caída del sistema del socialismo trabajan como
extras: son contratados para representar
el papel de “militantes comunistas” asistiendo a manifestaciones y actos
convocados lo que queda del partido comunista.
Acarrear no es manipular, al contrario los extras disponen y aceptan, por diversas razones, dar sus cuerpos –sí,
“dan” como se suele decir “dan las nalgas”-para sostener esa manipulación, ni
está bien, ni está mal, así es para quienes gustan de ese tipo de actividad.
En el acto de protesta de AMLO se efectuó en un teatro, allí no hubo acarreo,
eso tiene molestos e inquieta a otros. Se puede sostener y correr el riesgo de
una generalización: los asistentes eran ciudadanos convencidos de que esa es la
candidatura que corresponde a sus intereses. Si, esos ciudadanos no son santos,
si lo fueran no van al teatro sino a una iglesia. Esos ciudadanos tienen
intereses y por esos intereses siguen, alientan y militan en favor de la
candidatura de AMLO.
Esos ciudadanos no hacen culto a la inocencia, al
contrario tienen claro cuáles son los intereses que ellos quieren ver
realizados por un gobierno. Sus
intereses –desde un buen salario hasta una vida más vivible y más compartida
con otros- con esos intereses puestos sobre la mesa, no están en lo oscurito,
con eso apoyan a quien consideran que ha dado ciertas muestras –muchas- de
intentar concretarlos.
Ese acto mostró los límites de
otra cuestión nodal: AMLO dejo en claro que el tema no son los proyectos,
ni las propuestas, ni los reiteradas confesiones de honestidad valiente, el
tema nodal es que existe un sector del electorado –el 59% hasta enero del 2012-
un sector que no ha decidido por quién votará, no se sabe quién para ellos
representa sus intereses, ni tampoco se sabe, no lo sabe AMLO ¿Cuáles son esos
intereses que los dejan indecisos?
Se sabe que con un sector importante de
indecisos, la posibilidad de que sea baja la participación de votantes abre el
horizonte para que las grandes corporaciones convoquen a su “voto duro”: un
voto compuesto por extras, por desinteresados y también por quienes ven en un
peinado un representante de sus intereses, otra vez no es por manipulados o
faltos de conciencia, sino que lo votaran, será eso, y además, muchos acuerdan y ven
allí sus intereses, por ejemplo, que el peinado se haga cargo de resolverles
sus inquietudes.
El acto del teatro donde tomó
protesta AMLO muestra algo claro, él lo subrayó: se trata de convencer a ese
conjunto amplio de indecisos ¿Cómo? Ese es el interrogante más duro de abordar.
Si se considera que los indecisos lo son por ser manipulados se comete un grave
error: se los ningunea al reducirlos a ser ciudadanos que no siquiera "saben
pensar" o de que no se dan cuenta de que son “engañados”. Veamos un caso
desastroso de esa posición.
Ayer durante el domingo en las redes sociales se
lanzó una y otra vez una saturación de información para indicar que en el acto
del estadio Cruz Azul la gente no lo llenó o que la gente se retiró antes de la
llegada de la candidata. Se informaba dando por supuesto que la gente “no se
enteraría” pues los medios lo “ocultarían”. Esa actividad dejo de lado un
hecho: mencionaron tanta veces a esa candidata que sus mensajes terminaron
informando a mucha gente de que ella es candidata, es decir, hicieron propaganda
negativa gratuita.
La propaganda
negativa no por serlo deja de ser publicidad.
Se empleó la red de Twiter, facebooks y otras para informarle a la gente
que
como ellos son “mensos” o están “amenzados” por la TV tendríamos que
darle la
buena para sacarlos de su “ignorancia”. Esa retórica de dirigirse a la
ciudadanía es paradójica y parajódica: se trata a los ciudadan@s desde
el
progresismo y la honestidad con el mismo estilo de la candidata a la
cual se
dice criticar. La hija del candidato del jopo dice lo mismo sobre la
gente que
escribe cosas que no le gustan a su padre. Además, a esa candidata con su
retraso mostró que no le interesaba el estado de los extras sólo los
quería ahí para las tomas de publicidad que luego aparecerán en sus
spots.
Ciudadanos interesados en que
obtenga el triunfo AMLO, más el equipo de Amlo y él mismo se comportan como
médicos sanitaristas ante “enfermedades”, por ejemplo, ante las “drogas”. Los
sanitaristas piensan que informando a los ciudadanos de que se drogan, de que
esto les hace mal, que la droga los afecta, es decir, al decirles “Usted no
saben que eso les hace mal y como no lo saben por eso siguen consumiendo lo que
la TV les vende”.
Basta hablar con cualquiera de esas personas adictas a las
drogas, a las series de la TV, al peinado de tal político, a los consejos de
tal o cual candidata para darse cuenta de que saben que eso que consumen les
hace daño, y quizás, por eso lo consumen, son adictos no son tontos manipulados.
Basta recordar que en muchos países, México incluido, el aumento de los
contagios del VIH no es ajeno a esa clase
de “consejos conscientes y honestos”.
Entonces ¿Cómo hacer frente a ese
núcleo de indecisos? Quizás el primer y sencillo paso es declarar desde Amlo
hacia abajo ¡Queremos ganar! ¡No somos señoras de la caridad!¡Queremos obtener
el poder que tener el gobierno nos dará! Recordemos una experiencia de Adolfo Aguilar Zínser: Vamos a ganar!: La pugna de Cuauhtémoc
Cárdenas por el poder (Con una cierta mirada) - Océano, 1995-.
Allí más
allá de lo que se piense sobre el autor, Zínser advirtió al Ing. Cárdenas de un
error: recorrer las plazas de muchos de los pueblos que conforman México deja
de lado un hecho, el voto se concentra en las grandes ciudades. Algo semejante
requiere recordar AMLO pues las visitas a los dos mil cuatrocientos y tantos municipios ignorados fue una gesta heroica,
de reconocimiento a quienes no son tomados en cuenta. Al mismo tiempo las sumas
de esos municipios no decide el voto: la mayoría de los sufragios se juegan en
las grandes ciudades y sus conos urbanos.
Hoy, solo la red social de
Internet atraviesa esa división a tal punto que AMLO cuando estaba visitando al
municipio 1237 recibió la información de una cantidad de falsa información que
el Sr. López Doriga había lanzado contra él en su noticiero de Televisa. Ni
lerdo ni con pereza AMLO se dirigió a la plaza del pueblito y allí, en el café internet
se comunicó con Televisa para solicitar ejercer su derecho de réplica.
¡Qué tal!
Se terminó el mito de que las redes sociales son sólo para ciertos sectores y
están al alcance solo de otros, en ese municipio –el 1237 de la gira- le demostró a
Andrés y a su equipo que ese mito le resta un lugar donde se puede realizar
actividades dirigidas al sector de los indecisos.
Claro eso tiene un costo: AMLO
requiere dejar de lado el verticalismo y dialogar en el colectivo horizontal de
la red. AMLO emplea su Twiter –como lo demostró la semana anterior Sergio
Aguayo-, lo emplea para seguir hablando desde arriba del palco para dar línea, justamente eso es lo que
fomenta y amplia el sector de los indecisos.
Este día domingo cuando ambos espectáculos
políticos se llevaban a cabo, la ciudadanía recibió una noticia atroz, una más
peor que otras quizás: Agnes Torres Sulca, sicóloga especialista en identidad
de género, cuyo paradero se desconocía desde el viernes pasado fue encontrada
asesinada, degollada. El cuerpo fue abandonado en el estado de Puebla, en cercanía
con una autopista que lleva por nombre “Siglo XXI”.
Ella fue asesinada a lo
cual se añade un dato: La Universidad Veracruzana, institución del
corporativismo de la cultura, corporativismo al cual pertenece el Dr. Juan
Ramón de la Fuente (Jr). Esa institución resolvió no extender el diploma que
Agnes obtuvo al cumplir con todos los requisitos, había adquirido el derecho
de tener un título, esa Universidad resolvió no entregarle un diploma pues su actual
físico y su nombre no coincidía con su fotografía y datos del cardex. Si, Agnes Torres Sulca era transexual, no ocultaba
eso, no lo dejo en lo oscurito.
Agnes Torres Sulca no fue a ninguno de esos dos
actos, podemos suponer a cuál de ellos habría asistido pero no fue pues le quitó
la vida la barbarie civilizada del siglo XXI. Mientras tanto hasta el momento
ninguno de los políticos han dicho una sola palabra, una simple despedida ¿Cómo
quedan los indecisos ante esa ausencia de un pequeño signo de amor?
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