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Miedo a la politización. (@ManuelGarciaES)

Los Postmodernos

Manuel García


Cuando la mente despierta a la realidad ya no puede comprar los cuentos que le ofertan los medios masivos, la iglesia o los políticos chafas. Es que ¿cómo creer que hay desarrollo o estamos mejorando cuando ves en todos lados pobres, gente que lee revistas de chismes o comenta temas irrelevantes?



Una sociedad que tiene un bien-estar no necesariamente debe hablar de temas profundos o abstracciones intensas, pero evidentemente al buscar esa posibilidad del buen vivir se ha planteado el cómo lograr llegar a ese estadio, ello le ha obligado a tener los asuntos públicos como tema permanente, es decir, se ha politizado.

La politización no se refiere a la militancia en los partidos sino a la conciencia sobre lo público, al debate sobre la situación cotidiana y a la reflexión sobre la mejora posible a calles, escuelas, luz, agua, drenaje, cultura, derechos humanos, medios de comunicación, economía, etc. Se refiere también al cuestionamiento sobre ideas, si somos conservadores o liberales, si nos preocupa el desarrollo del capital de unos cuantos o el de los niños que no conocemos pero que habitan nuestra ciudad, estado, país o la Tierra.

Una sociedad politizada es más difícil de controlar, no se le puede lavar el cerebro de manera sencilla y es un reto para la democracia ya que en ella no es habitual encontrar mentes dóciles. En México la ciudad más desarrollada en esa politización es la capital federal y contrasta con entidades que le rodean como México, Morelos, Puebla, Hidalgo, ya que en ésas los derechos humanos están aún distantes de ser lo cotidiano y el desarrollo económico se mantiene en manos de unos cuantos caciques.

El desarrollo social comienza con el desarrollo mental, por ello es tan relevante el papel de la educación pública, laica, obligatoria y de calidad.

Si mentes que en las instituciones educativas se forman permanecen vacías, será muy fácil controlar a los individuos, se conformarán con ganar dinero para comer y endeudarse y ser felices como les diga el televisor: drogas, sexo, fiestas; o infelices: parejas adúlteras, hijos ilegítimos, desamor.

Obvio bajo el amparo de la religión que redondea la estupidización de masas.

Una educación cualitativa en donde se reflexione y plantee la coexistencia con el otro y se defina al ciudadano como eje de la democracia hace falta, eso evidentemente lo han venido desechando de las escuelas los gobiernos emanados del PRI y el PAN en México, pero a nivel mundial es el comportamiento normal de la derecha noliberal que busca otra vez la dogmatización de las masas, incluso llevando nuevamente a los colegios públicos la enseñanza de la religión, acto antidemocrático, antirepublicano, antiético y anticiudadano contemporáneo.

Cuando las mentes no están politizadas se manifiestan como infantiles, se dejan seducir por los motivadores profesionales, las películas que educan en su inspiración e incluso por el contagio de otros ingenuos o esperanzados fatuos que creen que el mundo se compondrá con dioses, reyes magos, vírgenes o el puro deseo de que todo esté bien olvidando que ésta no es la aldea hobbit y que Gandalf no existe. A mayor índice de ignorancia es más fácil llevar a alguien a la euforia o a la depresión o al enojo, por ello se invierte tanto en la desmantelación de la educación en el mundo, direcciones que vienen impuestas por la OCDE, el Fondo Monetario Internacional o el Vaticano. ¿Despertaremos todos antes de que se instale el fascismo en nuestras ciudades?