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Sólo en México, o en cualquier dictadura del tercer mundo, se pueden ver episodios como el que vivieron los notificadores de la Comisión Federal de Competencia
Las televisoras acusan a la CFC de “no promover la competencia en el mercado”, cuando es por demás obvio que ambas se han constituido en un freno inamovible que impide una elemental competencia en un mercado que controlan en su exclusivo beneficio. Esto mismo sucede con el monopolio del magnate Carlos Slim, cuyo control del mercado telefónico es casi total. Para que se viera la “imparcialidad” de la autoridad federal, a éste se le negó la participación en la televisión abierta, pero ninguno se verá afectado en sus intereses, mientras que la sociedad seguirá padeciendo las consecuencias de la monopolización de las telecomunicaciones.
¿Dónde está el libre mercado que tanto pregonan los tecnócratas? Queda de manifiesto que los hechos desmienten la falaz “teoría” con la cual gobiernos al servicio de los grandes monopolios quieren engañar a la sociedad. Tal esquema, sin embargo, no tiene futuro, porque no hay riqueza suficiente para saciar la voracidad de los monopolios, como así está demostrado en la eurozona, cuya crisis se debe en buena medida a esta manera de entender la economía.
Lo que patentiza la “guerra” entre los gigantes de las telecomunicaciones, es que con sus prácticas monopólicas están obstaculizando un elemental desarrollo del sector, de manera democrática y que favorezca una sana competencia. Ahora lo deseable y sensato sería que la autoridad competente aprovechara la coyuntura para fortalecer la capacidad regulatoria del Estado, de manera que se eviten en el futuro situaciones tan vergonzosas como la señalada líneas arriba. México está urgido de medios electrónicos que contribuyan al saneamiento del tejido social, no que aceleren su descomposición, como sucede actualmente.
Es incuestionable que la agresión a los notificadores de la CFC constituyó un delito que debiera ser castigado; sin embargo, sería mucho pedir. Lo importante es que se dio un paso importante al impedir la consolidación de un súper monopolio en el ámbito televisivo, pues esa es la finalidad de la negociación entre ambas empresas, no tanto la participación de Televisa en Iusacell. Abrir los mercados de la telefonía y de la televisión es una meta irrenunciable, si queremos que México deje atrás el subdesarrollo cultural y mediático en que nos mantienen las tres grandes empresas.
Para eso se necesita un Ejecutivo sin compromisos con éstas, con visión estratégica y capaz de no ceder a chantajes en aras de una popularidad mal entendida que a final de cuentas se revierte. Lo fundamental son los hechos, las obras concretas, la mejoría real en los niveles de vida de la población, para tener aceptación entre la ciudadanía, con más firmeza que la que pueden proporcionar miles de espots mentirosos que se diluyen en el éter al quedar en evidencia su falsedad. Aun súper expertos en comunicación de masas, como lo fue Joseph Goebbels, acaban fracasando ante las evidencias de la realidad.
Es oportuno referirse al problema de la violencia que agobia a los mexicanos. Por más espots que se transmiten en radio y televisión, con el fin de hacer creer a la ciudadanía que se está ganando la “guerra” contra el crimen organizado, las evidencias de la cotidianeidad se acaban imponiendo. Tienen mucho mayor impacto en la opinión pública palabras sensatas y ajustadas a la verdad, que las mentiras que chocan con la realidad en cuanto salen a la luz. Por eso es encomiable lo dicho por el nuevo comandante de la undécima Zona Militar con sede en Zacatecas, general de brigada Bernardo Pineda Solís.
Afirmó que el Ejército Mexicano “no tiene la solución para resolver los problemas de la inseguridad pública”. Fue categórico al puntualizar que “si nosotros queremos combatir la violencia debemos exigir que las leyes se cumplan”. Luego citó al filósofo clásico Marco Tulio Cicerón, quien dijo: “Si se combate la violencia con violencia, se va a producir anarquía o dictadura”. Así como en los medios electrónicos no hay que confundir entretenimiento con enajenación, en las fuerzas armadas no se debe pedir que combatan la violencia con más violencia, pues se desvirtúa su papel institucional, que en México ha sido de firme coadyuvante de la paz social.
Guillermo Fabela Quiñones - Opinión EMET
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