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Algo saben en las altas esferas del poder, en ese pequeñísimo grupo al que no le conviene que haya una verdadera transformación en México
Saben que aunque hay un margen importante de personas terriblemente desinformadas que siguen creyendo las bajas calumnias que se inventaron contra el candidato de las izquierdas, el efecto de la estigmatización a través de la campaña negra ya no les es igual de efectiva que en 2006.
Saben que en paralelo existe también un margen de la ciudadanía que está mucho más informada que antes y ya no cree los infantiles cuentos que anunciaban el despojo apocalíptico de casas y autos. Una ciudadanía que incluso hasta llega a sentirse ofendida cuando se le pretende ver la cara con tan pobres pseudo-argumentos.
Dos factores han ayudado a esta lenta pero constante y sólida desestigmatización de Andrés Manuel, por un lado, el hecho de que el tiempo le ha dado la razón una y otra vez en innumerables ocasiones, pues él presagió la degradación de las condiciones de vida y el desgarramiento del tejido social que vivimos actualmente, producto de la aplicación del modelo neoliberal, desde hace mucho tiempo atrás.
El otro factor que ha ayudado a blindar la imagen del tabasqueño de la campaña negra es la comunidad de simpatizantes de su proyecto que están utilizando principalmente las redes sociales y el método de boca en boca como palancas para dar a conocer las verdaderas intenciones de López Obrador.
Es esto lo que motiva al grupo de privilegiados a recurrir a un nuevo cuento, según el cual AMLO estaría enfermo y cansado.
Hace apenas unas semanas Andrés Manuel estuvo en Nuevo León, Estado del cual soy originario. Me habían hablado de lo difícil que era seguirle el paso, y pude comprobar en carne propia lo que me habían advertido por diversas fuentes.
Me quedó perfectamente claro que Andrés Manuel está lleno de energía y entusiasmo, y si acaso algo no entendí, es de dónde saca su fuerza, pues se le podía ver en su último evento dando su discurso con el mismo ímpetu con el que dio el primero, bastante distinto a muchos de los jóvenes que le acompañamos y que estábamos quizá mucho más agotados que él, preguntándonos cómo hace para llevar ese ritmo tan pesado de eventos y traslados día tras día.
Por todo eso, cuando días después me enteré que toda una lista interminable de “opinólogos” al servicio de la minoría privilegiada intentaban incluso convencer a la izquierda de cambiar de candidato, porque AMLO “estaba enfermo y cansado”, me fue fácil saber que estábamos frente a la misma guerra sucia con un nuevo estilo, que surge para tratar de contrarrestar el imparable crecimiento de simpatías por Andrés Manuel en todo el territorio nacional.
@alfredordz_ en Twitter
Alfredo Rodríguez - Opinión EMET
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