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Un taco de aguacate con sal fue el desayuno de nueve alumnas de un jardín de niños ubicado en la comunidad indígena de La Guajolota
Es la primera vez que asisten al certamen, pues no hay dinero para costear el traslado, pero en esta ocasión lo hicieron porque las niñas se ilusionaron y practicaron durante varias semanas con el deseo de concursar.
Sin embargo, eso fue todo el alimento del día (un taco de aguacate), llegamos en una camioneta prestada pero sin dinero, ni para una gorda, se quejó el director del plantel, Filiberto Gurrola Nolazco.
Explicó que las niñas despertaron muy de madrugada, se pusieron la vestimenta tradicional para la ocasión, aunque las prendas no son de su propiedad, sino se las prestaron en la escuela.
A las seis horas salieron de La Guajolota rumbo a la ciudad de Durango; luego de cuatro horas de camino llegaron a la capital emocionadas porque por primera vez participarían en un concurso de escoltas.
Se trasladaron en una camioneta que Gurrola Nolazco consiguió prestada; logró que los habitantes de la comunidad le regalaran 50 litros de gasolina para el traslado. Una maestra del jardín de niños consiguió unas cuantas tortillas, dos aguacates y sal; eso almorzaron en el trayecto, cada niña un taco.
El camino fue largo, lo que aprovecharon los maestros para peinar a las menores, limpiarles la cara, ponerles algo de crema y dejarlas guapas para el certamen.
Esperaban que al llegar a la sede del evento alguien de la Secretaría de Educación del Estado o los organizadores les ofrecieran algo de comer o al menos café y galletas.
Pero no fue así. Llegaron y de inmediato las formaron en primer lugar; serían la escolta que abriría la presentación. Duraron de pie más de 30 minutos en espera de que empezara el acto, lo que aprovechó Gurrola Nolazco para contar a los reporteros presentes la pobreza que hay en su poblado.
Sin embargo, no fueron los únicos habitantes de la zona indígena que llegaron al concurso; también lo hicieron integrantes del albergue Sixto Mendía, de la comunidad de Llano Grande, más retirado todavía que La Guajolota.
Por eso la directora de ese plantel llegó un día antes, acompañada de sus ocho alumnas, a Durango capital. Pernoctaron en el albergue indígena que hay en la ciudad y se levantaron temprano para asistir al concurso.
También ellos consiguieron recursos para trasladarse y unos cuantos pesos para comer, pero se les acabaron esa misma mañana; esperaban que autoridades de la Secretaría de Educación les ofrecieran algo de comer, pero no fue así.
Ninguna de las dos escoltas de la zona indígena duranguense resultó ganadora; a las 14 horas Filiberto Gurrola empezó a buscar quién le regalara gasolina para regresar a su comunidad.
Redacción Emet - La Jornada
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