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Calderón, siguiendo los pasos de Fox. (Guillermo Fabela Quiñones)

Calderón, siguiendo los pasos de  Fox
La intromisión de Felipe Calderón en la contienda electoral, deja ver el interés de su grupo en mantenerse en el poder a como haya lugar



            Se repite una vez más la actitud que asumió Vicente Fox hace seis años, cuando abiertamente se convirtió en el principal propagandista del abanderado del PAN, gracias a lo cual pudo avanzar éste en una contienda que llevaba perdida desde sus inicios, aunque ni aun así remontó su desventaja sobre Andrés Manuel López Obrador, como lo demuestra que sólo “venció” en la contienda con menos de medio punto de diferencia. El máximo tribunal electoral emitió un fallo que en una nación verdaderamente democrática hubiera sido suficiente para anular las elecciones, pues consideró que el papel protagónico de Fox puso “en riesgo” los comicios, cuando fue más que obvio su papel a favor de Calderón.
            Ahora, éste sigue ese camino al colocarse como “jefe de campaña” de Josefina Vázquez Mota, como lo demostró claramente durante la reunión con 800 consejeros de Banamex. Sin decirlo explícitamente, les pidió apoyo a la abanderada del partido blanquiazul, pues tiene todas las posibilidades de ganar, según él, como lo demuestra la encuesta que les presentó, la cual la coloca sólo cuatro puntos debajo de Enrique Peña Nieto. De manera subliminal, así les estaba diciendo que si la apoyaban podría fácilmente remontar esa diferencia y así podrían contar, los miembros del sector financiero del país, con una aliada confiable.
            Luego de cinco años con Calderón en Los Pinos, ya vimos los resultados para el país al otorgarle el poder del Ejecutivo federal a un grupo desligado completamente de la realidad nacional, sólo atento a disfrutar del mismo con una voracidad que superó todo lo conocido hasta la fecha, cuando se creía que sería insuperable el modo de “gobernar” de personajes como Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo y Vicente Fox. El sector financiero, el más beneficiado por las políticas públicas de los tecnócratas neoliberales, debería mostrar un poco de sentido común y darse cuenta que seguir por el mismo camino trazado hace tres décadas, también habrá de perjudicar a sus integrantes, porque se cancelaría de manera radical la posibilidad de hacer negocios, debido a la crisis de ingobernabilidad que sobrevendría necesariamente.
            Estamos a un paso de que eso suceda, lo que sólo podrá evitarse si el proceso electoral culminara en un ambiente de paz social, con resultados creíbles que evitaran la posibilidad de un grave conflicto postelectoral. La oligarquía tiene la oportunidad de actuar con sensatez, en beneficio de ella misma pero también de la sociedad que le ha permitido obtener grandes beneficios. Estos podrían verse mermados si el país se ve envuelto en un clima de ingobernabilidad que diera al traste con los pocos avances democráticos que se han tenido después de los años setenta del siglo pasado.
            A lo que deberían temerle es a esa posibilidad muy real, no a un hipotético “dictador” en el poder, como argumentan para negar una oportunidad a quien verdaderamente podría forjar sanos equilibrios sociales, económicos y políticos que favorecieran una gobernabilidad a prueba de acechanzas del crimen organizado. Deberían quitarse la venda de los ojos y ver la terrible realidad nacional, y así darse cuenta de que continuar por la ruta antidemocrática de la tecnocracia, sólo nos habrá de conducir al caos y a la ruina como sociedad. ¿Acaso no es eso lo que está sucediendo en Grecia, país con mejores niveles de desarrollo social que los de México?
            En manos de la oligarquía está, en buena medida, que nuestro país tenga un futuro mejor que un presente lleno de incertidumbre como el que estamos viviendo. Basta que permita se lleve a cabo un proceso electoral limpio y transparente. Debe dejar que el pueblo decida quién quiere que encabece al Ejecutivo luego de un sexenio cargado de plagas inenarrables, peores que las que se narran en la Biblia, que afectaron a los egipcios en tiempos de Moisés. No es posible que México aguante otros años más, ni siquiera meses, de igual o peor descontrol gubernativo que el que hemos vivido en este sexenio, toda vez que Calderón sólo se dedicó a favorecer a su grupo de amigos y patrocinadores, desentendiéndose de una responsabilidad histórica, que debió haber aprovechado para remediar los males de su antecesor, el inverosímil señor de las botas.
Guillermo Fabela Quiñones - Opinión EMET