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Calderón, la peor pesadilla de Vázquez Mota. (Lilia Arellano)

 
Calderón, la peor pesadilla de  Vázquez Mota
La frase publicitaria de campaña de doña Josefina “!No seré más de lo mismo!” habrá que enfrentar no sólo los contundentes datos del “Informe de Evaluación de la Política de Desarrollo Social” del Comité de Evaluación de la misma


El equipo de campaña de Josefina Vázquez Mota se encuentra inmerso en la reiteradamente negada “operación cicatriz” con los panistas que apoyaron a Ernesto Cordero y Santiago Creel, la cual no habrá de llevarles más que unos cuantos días dado el bajo perfil que exhibieron los perdedores. Sin embargo, el asunto de fondo que tiene preocupados a los operadores políticos de la residente en el municipio mexiquense de Huixquilucan, es como evitar que el lastre de los adversos resultados de la administración de Felipe Calderón afecte el despegue de su campaña. Tan sólo dos aspectos ilustran lo titánico de dicha tarea: la producción de pobres que según datos oficiales del Coneval llegó a 52 millones o el 46.2% de la población total del país y el número real de muertos y desaparecidos durante la guerra al narcotráfico que se ha desarrollado durante toda esta gestión y que, según datos no reconocidos oficialmente, supera los 61 mil fallecidos, 10 mil desaparecidos y varios de cientos de miles de desplazados. 

La frase publicitaria de campaña de doña Josefina “!No seré más de lo mismo!” habrá que enfrentar no sólo los contundentes datos del “Informe de Evaluación de la Política de Desarrollo Social” del Comité de Evaluación de la misma, que destaca que hay 28 millones de mexicanos en situación de pobreza alimentaria y precisa que las entidades en donde más creció la pobreza fueron Veracruz, Guanajuato, Chihuahua y Oaxaca, sino el hecho de que a menos 5 meses de la elección federal y a unos días del inicio formal de las campañas por la Presidencia de la República, la renovación del Congreso de la Unión y los comicios por los gobiernos de Guanajuato, Jalisco, Morelos, Tabasco, Yucatán y la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, sin olvidar la elección de Chiapas, habrá de toparse con la pared que representa el total fracaso de la guerra contra el narcotráfico.
Por eso, no es extraño que la administración federal aplique desde hace varios meses un operativo que podríamos denominar “amnesia” en relación no sólo al desastre del principal por no decir único proyecto de gobierno de Felipe Calderón y que se refiere al ataque frontal a los cárteles del narcotráfico después de la firma de la “Iniciativa Mérida”, que en un principio se conoció como Plan México y que fue signado por el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush y el inquilino de Los Pinos, a partir de la cual el 11 de diciembre de 2006 el gobierno federal anunció que iniciaría una “batalla” contra el crimen organizado, empezando por el Estado de Michoacán, de donde es oriundo don Felipe.
Apenas esta semana el responsable de la política interior del país, el secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, salió con el anuncio –o cuento- de que el gobierno federal trabaja en la construcción de una base de datos confiable en relación a los desparecidos en todo el país, misma que, dijo, será construida con el apoyo de diversas instituciones gubernamentales y gobernadores. En otras palabras, quiere hacer creer que la administración federal no sabe cuántos muertos van en este sexenio en la guerra contra los cárteles de la droga y que tampoco sabe cuántos “desaparecidos” se tienen registrados, denominación que nos lleva a recordar también a los “desaparecidos” en el terremoto de 1985 que manejó en su momento el entonces presidente Miguel de la Madrid Hurtado y que, por supuesto, nunca aparecieron.
El gobierno de Felipe Calderón determinó simple y llanamente ya no informar cuántos muertos se han registrado en la guerra contra el narcotráfico porque dichas estadísticas golpean una y otra vez a su administración. En esa estrategia se inscribe la entrevista de Poiré con The Associated Press en la que únicamente señala que los asesinatos atribuidos al narcotráfico y el crimen organizado habrían alcanzado su punto máximo en 2011 para iniciar una disminución hacia la última mitad de ese mismo año. El funcionario precisó que en los últimos dos trimestres del 2011 se redujo el número de homicidios, aunque la cifra específica se dará a conocer “una vez que se sistematice una nueva metodología implementada”. Cabe señalar que dicha “metodología” se viene implementando cuando menos desde mediados del año pasado y tiene como fin ocultar la magnitud de la matazón a lo largo y ancho del país.
El conteo oficial “congeló” a principios de este año el número de muertos por la ofensiva contra el narcotráfico en 47 mil 515 homicidios, hasta septiembre del año pasado. Esos datos oficiales señalan que sólo entre enero y septiembre del 2011 la cifra ascendió a 12 mil 903, comparadas con las 11 mil 583 registradas en el mismo periodo de 2010.
Los datos que maneja la Secretaría de Gobernación han sido desmentidos una y otra vez por las organizaciones civiles y activistas de los derechos humanos, entre los que podemos mencionar al Movimiento por la Paz, el Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos), Periodistas de a pie, el Centro Mexicano de Derechos Humanos y el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, así como otras de carácter internacional como Human Rigths Watch y Amnistía Internacional, quienes señalan la existencia de más de 61 mil muertos, 10 mil desaparecidos y cientos de miles de desplazados por el conflicto armado en que se encuentra envuelto el país.
Lilia Arellano - Opinión EMET