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Como diría el poeta, no lo sé de cierto, pero creo que el movimiento de regeneración nacional (MORENA), ha sido cauto en el asunto de tapizar las calles.
La sociología tradicional, aquella que tomó un fuerte auge en los Estados Unidos después de la segunda guerra mundial, nos hizo creer que los medios de comunicación podían inyectar en los individuos mensajes claros que correrían la suerte de influir de manera absoluta en nuestro pensamiento. A la fecha, penosamente hay quienes sostienen que se sigue dando el mismo efecto, sin considerar que la sociedad ha desarrollado ciertas operaciones evolutivas que hoy nos mantienen distantes de aquella idea de la aguja hipodérmica.
Lejos de influir en nuestros pensamientos, los miles de pendones, banderolas y mantas con rostros falsos de los candidatos, sólo consiguen un efecto de irritación entre los ciudadanos que sabemos que esa propaganda electoral tarde o temprano terminará convertida en basura, además de que irremediablemente la factura se cargará a nuestro bolsillo.
En otros países, claro mucho más evolucionados que el nuestro, la propaganda visual está debidamente regulada y no hay manera de que puedan afectar el espacio y mobiliario público. Pero México no es el caso. En nuestro país y no se diga en la ciudad capital, los aspirantes han encontrado una manera poco honesta –por no decir engañosa– de darle la vuelta a la normatividad electoral y se les ha dado anunciar sus lindos rostros mediante portadas de revistas que ni siquiera un lector distraído de una tienda Sanborns las descubre por error o de libros inexistentes que sólo la autora cree haber escrito.
Si hacemos las debidas cuentas, nuestra democracia es sumamente costosa por los recursos que se destinan a este rubro, y lo peor, es que el ciudadano no decide su voto en función de la propaganda, ni siquiera en el conocimiento profundo de las propuestas de los candidato, que dicho sea de paso, prácticamente nunca tienen propuestas reales, sólo frases tipo slogans, que no dicen absolutamente nada, como por ejemplo, “seguridad y trabajo”… cómo dirían los jóvenes de hoy: “¡eso qué!... Esa frase no dice absolutamente nada, y en todo caso dependiendo del cargo público al que se esté aspirando, sería una obligación que trabajen y que mantengan la seguridad, es absurdo considerar esos elementos como promesas de campaña.
Como diría el poeta, no lo sé de cierto, pero creo que el movimiento de regeneración nacional (MORENA), ha sido cauto en el asunto de tapizar las calles. Creo que Andrés Manuel López Obrador está a tiempo de no permitir que el movimiento destine recursos a la basura electoral y de paso entrarle al tema de los acarreados, que como fue evidenciado recientemente por los tacos envenados que dio el PRI en un mitin, son las personas más vulnerables de la sociedad, que atraídos por el canto de falsas sirenas, acuden a aplaudir gustosamente al candidato con tal de tener a cambio un mínimo beneficio, como una despensa o bultos de cementos que los mantendrán sumidos aún más en la pobreza.
Los mexicanos nos merecemos una democracia sólida, no podemos seguir siendo cómplices de prácticas que dañan nuestra vida pública. Por eso soy enfático en que debemos separar a como dé lugar el MORENA de los partidos políticos, si bien entiendo que son las fuerzas políticas el camino para definir cambios en el sistema político, los ciudadanos podemos comenzar a implementar mínimos que consoliden nuestra incipiente democracia.
Por eso, aprovecho esta tribuna para pedir a Andrés Manuel López Obrador, que no permita ni la basura electoral, ni la deplorable práctica de los acarreados.
@juanjosesolis
Facebook.com/JJSolisDelgado
Juan José Solis - Contenidos EMET
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