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La soberbia tiene muchas caras, pero la más alarmante es cuando los aspirantes a dirigir a una sociedad, ellos mismos carecen de paradigmas. ¿Qué tal cuando al candidato presidencial priísta Enrique Peña Nieto le preguntaron sobre los libros
Los casos de políticos reconocidos ya como psicópatas, no son pocos, todo lo contrario. Al leer el expediente sobre los trastornos del ex presidente peruano Alberto Fujimori, caí en la cuenta de cómo un enfermo y sin escrúpulos puede tener acceso de manera tan fácil al poder y que más allá de suerte y de padrinazgos, muchas veces estos personajes carentes de moral y respetos, manipulan personas, eventos y escenarios para conseguir sus intereses.
Dejemos por ahora las personalidades de ex presidentes mexicanos o gobernantes estatales con rasgos o características psicóticas y vislumbremos el presente y el posible futuro de nuestra nación, al estar frente a precandidatos presidenciales con hambre de poder y con rasgos psicóticos.
La codicia en la política, tiene su primer reflejo en prometer cambios sobre situaciones adversas actuales y utilizar dichas promesas en la obtención del voto de quienes les encumbrarán en el puesto deseado, a sabiendas de que el compromiso no será cumplido o sólo mínimamente.
La soberbia tiene muchas caras, pero la más alarmante es cuando los aspirantes a dirigir a una sociedad, ellos mismos carecen de paradigmas. ¿Qué tal cuando al candidato presidencial priísta Enrique Peña Nieto le preguntaron sobre los libros que marcaron su vida? Más allá de una respuesta astuta o políticamente correcta que no pudo formular, lo que quedó en claro es que hasta ahora no hay nadie en su vida que le hubiese marcado en sus conductas y pensamientos.
El autoritarismo tiene como primer motor el autoelogio y el saber que se tiene a un séquito de dependientes quienes todo le aplauden y justifican. Hoy los precandidatos de todos los niveles a participar en las elecciones federales del próximo julio, comienzan a construir su más veleidoso lado autoritario.
El mesianismo es un rasgo que hoy vemos a priori en todos los candidatos. Cada uno de ellos presume las fórmulas para terminar con los males nacionales y se asumen como idóneos y únicos para consolidar el cambio.
Qué podemos decir de las personalidades psicópatas de muchos de los aspirantes a ganadores el próximo julio, cuando rechazan sus propios dichos y palabras e incluso aducen incomprensión o el que el receptor tergiversa sus ideas y conceptos.
Carencia de culpa, cinismo, rol de víctima, contradicciones constantes, son aspectos de los psicópatas, y desafortunadamente en muchos de los precandidatos o candidatos a aparecer en las boletas electorales del próximo mes de julio se muestran estos rasgos.
El histrionismo sin duda, lo tiene cada uno de estos personajes que aspiran a obtener un puesto Ejecutivo o de índole legislativa y las imágenes video grabadas con los propósitos de promocionarse, no dejan duda de tal característica.
Así, que más que ver las cualidades de quienes quieren obtener nuestro voto, tal vez sería más fácil palomear cada uno de sus rasgos psicóticos para descartarlos, y si al final no queda uno limpio, entonces caeremos en la cuenta de que en efecto, ya somos una sociedad enferma.
Acta Divina… María Elvira Samper, filósofa y periodista, describe al psicópata político afirma que es aquél que trabaja para sus propios intereses aunque dice lo contrario, interfiere en las decisiones de Estado, busca el conflicto y necesita de mediocres y aduladores a su lado, tiene baja autoestima, se siente superior e insulta a los demás.
Claudia Rodríguez - Opinión EMET
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