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Elogio a la lentitud (@CamiloRamirez_)

 
Elogio a la  lentitud
La apuesta tecnológica no solo consiste en potenciar nuestras por demás carentes habilidades humanas (oír mejor, ser más veloces, acortar tiempos y distancias


Camilo Ramírez Garza
Psicoanalista
Twitter: @CamiloRamirez_

“…en todos los círculos han crecido los reclamos de goce en la vida, un lujo inaudito se ha difundido por estratos de la población que antes lo desconocían por completo (…) merced al intercambio, que ha alcanzado proporciones inconmensurables, merced a las redes telegráficas y telefónicas que envuelven al mundo entero, las condiciones del comercio y del tráfico han experimentado una alteración radical; todo se hace de prisa y en estado de agitación:
 la noche se aprovecha para viajar, el día para los negocios,
aun los "viajes de placer" son ocasiones de fatiga”
Sigmund Freud,
La moral sexual “cultural” y la nerviosidad moderna.


La apuesta  tecnológica no solo consiste en potenciar nuestras por demás carentes habilidades humanas (oír mejor, ser más veloces, acortar tiempos y distancias; ir a lugares donde nuestro cuerpo no soportaría, mantenernos despiertos, poder dormir, calmarnos, alegrarnos mediante prótesis químicas, etc.) sino en cierta media liberarnos del lastre del cansancio y la lentitud. Los electrodomésticos conquistaron los corazones de las amas de casa a mitad del siglo pasado con slogans pegajosos que se referían a la comodidad que se encontraría en la simplificación de la existencia al poseer una lavadora y secadora así como un lavavajillas, y así tener tiempo para tantas otras cosas. Mientras que las telecomunicaciones en sus diferentes aplicaciones potencian la velocidad de acción, acortando tiempo y distancias, a la distancia de un “clic”, idea muy explotada por los medios de comunicación (“Las noticias en tiempo real”) y las redes sociales, por ejemplo el Twitter con su Time Line (TL) darían las sensación de no estar ni en el pasado ni en el presente, sino en el tiempo justo del instante. No por nada las redes sociales, como las noticias, producen en ciertas personas el  “quedarse pegados” a ellas y no poder “Desconectarse” pues no vaya a ser que “algo importante” se nos pase.
Por otro lado, en las ciudades las vialidades se agilizan eliminando los tiempos de espera mediante la cancelación de semáforos, señales de alto y construcción de puentes que permiten a los conductores llegar más rápido a sus destinos. Sin embargo al eliminar estructuras como los semáforos y las señales de alto, cuya función necesaria es introducir un corte en el tráfico para que éste se detenga y espere, permitiendo que los demás avancen y así el flujo adquiera un cierto ritmo, se produce un efecto contraproducente cuando no hay ni cultura vial ni la más mínima educación: ir a toda velocidad sin orden ni freno, produciendo accidentes, en el peor de los casos, cuando no tráfico innecesario y desordenado justo por querer llegar todos rápido y primero.
¿Qué sucede con las obras viales? ¿Por qué estas proliferan en ciertas ciudades de México sin ton ni son, sin el más mínimo estudio del comportamiento vial de dichas ciudades? ¿Cómo es que cada estado (Coahuila, Nuevo León, etc.) se endeuda cada vez más por dichas obras que no resuelven los problemas viales sino producen otros?
Las obras viales funcionan o más bien intentan funcionar para la clase política mexicana como esa “Gran obra” que el gobernador heredará a su gente, no sin daños, sobre todo al bolsillo de los ciudadanos, pues dichas obras causan endeudamiento que la ciudadanía pagará en varias generaciones. A la obra vial se le apuesta en dos sentidos: 1) afectar de forma considerable la vida de los ciudadanos mientras se construye, permitiendo la distracción de otros escándalos políticos. Nunca es solo una casualidad la construcción de un puente, museo, parque, edificio, etc. Los tiempos se eligen. Algo así como llevarlos al límite del estrés y colapso a los ciudadanos; en muchos municipios del área metropolitana se han desarrollado no solo a partir de los efectos del huracán Alex, sino desde siempre cuando hay escándalos (crímenes, desfalcos, tráficos de influencias, etc.) obras viales al mismo tiempo y en horas pico, justo para afectar la movilidad de la ciudadanía. Salir a declarar alcaldes y gobernadores con su clásica “Es por el bien de la ciudadanía”, etc. 2) una vez afectada las vidas de los ciudadanos, al terminar y abrir la obra, que ésta funciona como “desahogo y salvación” y por lo tanto quien la hizo o se levantó el cuello, como el redentor vial. Justo porque esperan que los votantes pasen de la critica y queja al agradecimiento de esa “gran obra” que se realizó “por su bien”. En ese sentido, la política intenta funcionar como cualquier prótesis y artefacto que nos ofrece la utopía tecnológica: acortando distancias, tiempos, eliminado esfuerzos, vivir más seguros. Y a estas alturas de la vorágine de la velocidad y el confort ¿Quién osaría estar en contra de tales valores –lugar común- del desarrollo? Parecería cosa anticuada, vieja, caduca, oponerse al desarrollo de la velocidad y el confort. Sin embargo en el caso de la vialidad, se producen mayores problemas que beneficios, pues se agiliza y agiliza la vialidad a costa de quitarle un elemento que le da ritmo (limites de velocidad, espera, detenerse, avanzar, tiempo promedio de traslado, etc.)
Tomemos un ejemplo del campo de la música: ¿Qué le pasaría a la música si se eliminaran los silencios? ¿A la lengua escrita sin sus comas y puntos? ¡Exacto! Un reverendo desmadre, puro ruido. Eso mismo tenemos hoy como vialidad en muchas ciudades en México, por ejemplo en Monterrey, al desaparecer los semáforos y señales de alto. Ahora ven por qué nadie invierte en una campaña permanente de educación vial donde se nos indique y enseñe constantemente sobre las formas de manejar en grupo y masa en una gran ciudad.  Esas obras no se ven, no se realizan con materiales locales ni por empresas de familiares, sino en el obrar del ciudadano al volante.
Twitter: @CamiloRamirez_
Camilo Ramírez Garza / @CamiloRamirez_ - Contenidos EMET