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Pero ¿qué caso tiene hablar de Rusia en relación con México? Pues bien México como Rusia, comparten una serie de condiciones que ponen en entredicho nuestra viabilidad democrática
Así, tal y como ha ocurrido en otras partes del mundo, en Rusia las juventudes han jugado un papel destacado las movilizaciones de protesta cuyo objetivo es hacer explícito su descontento con Rusia Unida –el partido oficialista al que pertenecen Vladimir Putin, Primer Ministro ruso y Dimitri Medvedev, actual Presidente–, considerado como “el partido de los estafadores y ladrores”.
Lo que está pasando en Rusia, es únicamente la expansión de un fenómeno generalizado en el que queda de manifiesto que el modelo tradicional de representación se han agotado y no responde más a los intereses de la población. Las serias acusaciones de irregularidades en el proceso electoral sugieren la interferencia del Estado en todos los niveles de la vida pública y no de manera positiva como alguna vez planteo Antonio Gramsci, a tal grado que destacados actores políticos, como Mijail Gorvachov ha exigido públicamente la anulación de las elecciones, debido a que él considera que las instituciones pierden legitimidad cuando son incapaces de atender el sentir ciudadano; tal como está ocurriendo en este momento (EFE, 07/12/11).
Pero ¿qué caso tiene hablar de Rusia en relación con México? Pues bien México como Rusia, comparten una serie de condiciones que ponen en entredicho nuestra viabilidad democrática: un déficit de credibilidad en las instituciones tradicionales de representación política, pero sobre todo, un déficit de credibilidad con respecto a las instituciones que se han encargado de organizar los procesos electorales.
Hay quien sostiene que la vida democrática de un país depende de la solidez de sus instituciones electorales. Sin embargo, tanto en uno como en otro país, el escenario se ha complicado ante la evidencia de que el Estado ha intervenido flagrantemente en el proceso electoral. En Rusia los estudiantes universitarios acusan que la campaña estuvo acompañada de intentos masivos de presión al estudiantado; de acuerdo con Artiom Jrómov, presidente de la Unión de Estudiantes de Rusia, primero se les exigió salir a votar por el partido en el poder y ahora que las protestas postelectorales han estallado reciben presiones para acudir a actos en apoyo a las actuales autoridades (EFE, 07/12/11). En México, el partido que se cree mejor posicionado en las preferencias electorales (el PRI de siempre), se ha dedicado a tratar de convencer y movilizar a los distintos sectores que tradicionalmente se han subordinado a sus intereses,
Sin duda, existen alternativas ciudadanas y las movilizaciones de los últimos días son muestra clara de ello, aunque existen otro tipo de experiencias como el empleo de medios alternativos de comunicación (principalmente las redes sociales en internet) para transmitir información alternativa a la que los medios tradicionales (como la televisión) transmiten en respaldo a la postura oficial. En este sentido, se sostiene que estas elecciones en Rusia, serán las últimas en las que los grandes medios de comunicación se conviertan en un factor decisivo dentro de la contienda electoral, pues queda claro que la sociedad ha cobrado consciencia y está dispuesta a romper con ese esquema receptivo y pasivo que los analistas políticos daban por sentado, pues la generación juvenil rusa esta rompiendo esos paradigmas.
La pregunta que nos interesa es: ¿qué esta pasando en México en relación a esta temática?, Pues bien, en nuestro país pasa algo aún mas grave, por que lo cierto es que como jóvenes nuestra inserción a las instituciones o a un partido político no garantiza el ejercicio pleno de nuestros derechos, pues en los hechos ninguna de estas alternativas representa ni garantiza la satisfacción de nuestras necesidades como juventud.
Se nos invisibiliza y se nos condena a una situación política de orfandad, pues no nos asumimos como un sector estratégico del desarrollo, pero además somos victimas de un activismo oportunista, que además no es capaz de identificar que los intereses a los que sirve nos son propios de la juventud y en los hechos nos impiden articularnos como jóvenes ante una situación que reclama nuestra participación activa.
¿Qué tiene que pasar para que la juventud indignada retome las riendas de nuestro destino? ¿Cuántas experiencias revolucionarias tienen que acontecer alrededor del mundo para que México responda activamente? El momento es ahora, y sus jóvenes tenemos que reconocernos como agentes protagónicos del cambio político México, pues ni el PRI, ni el PAN o inclusive el PRD enarbolan y adoptan mas allá de los discursos las verdaderas demandas de la juventud mexicana.
Yndira Sandoval - Opinión EMET
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