- Obtener vínculo
- X
- Correo electrónico
- Otras apps
Featured Post
- Obtener vínculo
- X
- Correo electrónico
- Otras apps
Conviene insistir en que los cambios profundos que demanda la sociedad, para salvar al país del desastre al que lo está llevando una minoría rapaz, que no tiene freno para lucrar con los bienes del país, no se van a dar sin la participación del Estado como el eje de las políticas públicas. Sobre todo en etapas de crisis como la que estamos viviendo, que exigen una suma de esfuerzos entre gobernantes y gobernados con una clara orientación social. Así está comprobado, incluso en Estados Unidos, cuando el presidente Franklin D. Roosevelt puso en marcha un gran programa de obra pública que fue fundamental para salir de la gran crisis iniciada en 1929.
Según Calderón, “Iniciativa México prueba cómo la participación ciudadana fortalece, enriquece y complementa la acción pública”. Tal complementariedad tiene sentido cuando atrás de la misma hay un proyecto que involucra a la sociedad en su conjunto, como se ha visto en diversas ocasiones en nuestro país, entre ellas la cruzada nacional contra el analfabetismo en los años de construcción del sistema educativo nacional que encabezó José Vasconcelos, así como la solidaridad que unificó a la nación cuando el presidente Lázaro Cárdenas decretó la expropiación de la industria petrolera.
El proyecto ganador este año deja ver claramente las intenciones demagógicas y embusteras del concurso. Se denomina “Ayúdame, que también soy mexicano”, consistente en la construcción y mejoramiento de vivienda rural, con la participación directa de las comunidades. Aun cuando la intención es positiva, la realidad es que no pasará de mero paliativo a un gran problema social, mientras el Estado no ponga en marcha políticas públicas que vayan a las causas y efectos del mismo. Es evidente que para un gobierno neoliberal resulta muy cómodo endosar a la sociedad la solución de los problemas que sufre, de ahí el aplauso de Calderón al duopolio televisivo.
Queda así de manifiesto una vez más la complicidad de éste con las poderosas televisoras, la cual ha llegado a niveles inauditos que dejan ver un cogobierno muy peligroso, por los objetivos que se buscan, que no son otros que instaurar un régimen fascista mediante el que no corran riesgos sus altas tasas de ganancias y sus extraordinarios privilegios. A este respecto, es muy ilustrativa la información de la revista “Forbes”, sobre las utilidades obtenidas por algunos de los prominentes mexicanos que figuran en su listado: de 1991 a 2010, la fortuna de Carlos Slim se incrementó 4 mil 525 por ciento, pues pasó de mil 600 a 74 mil millones; la de la familia Larrea lo hizo en mil 400 por ciento entre 1994 y 2010, al pasar de mil 100 millones a 16 mil millones; la del dueño de Televisión Azteca, Ricardo Salinas Pliego, tuvo un incremento de 583 por ciento, al pasar de mil 200 millones a 8 mil 200 millones, todas estas cantidades en dólares.
Según Calderón, “México anhela gente buena y trabajadora, gente de corazón limpio que sabe que la obra humana más noble está dedicada a servir a los demás”. Desde luego así es, sólo que se trata de palabras vacías, porque rezuman hipocresía y demagogia. La “gente buena y trabajadora” para el inquilino de Los Pinos es aquella que se deja engañar fácilmente por el grupo en el poder, la mayoría de ella enajenada por la miseria, su incultura y desinformación perenne. Es aquella que cree en los espots radiofónicos que llaman a pensar, a las doce del día, “en un México sin violencia”, pues “con la fuerza de nuestro pensamiento”, podremos salvar al país. ¡A tal extremo de villanía llegan los oligarcas con tal de desmovilizar a la sociedad!
Es obvio que ante la situación prevaleciente, el grupo en el poder tiene miedo. Sabe que la ciudadanía comienza a despertar, a pesar de todos los gigantescos afanes para evitarlo, entre los que se encuentra la dichosa Iniciativa México, porque los abusos están calando muy hondo en la realidad social del país. De ahí su interés en relevar a Calderón con un personaje que parece tener más capacidad que el panista, ya que para eso fue preparado: Enrique Peña Nieto, quien seguiría al pie de la letra el guión escrito por los dirigentes del modelo depredador que nos rige, entre los que sobresale, es imposible no decirlo, Carlos Salinas de Gortari. Es válido esperar que las embestidas del duopolio televisivo, para desinformar y desmovilizar a la sociedad, sean más cínicas y estúpidas cada día que pase
Guillermo Fabela Quiñones - Opinión EMET
- Obtener vínculo
- X
- Correo electrónico
- Otras apps