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Las alianzas del PRI

 
Las alianzas del  PRI
Mientras tanto, el PRI busca afanosamente los mecanismos para mantener una unidad que cada día parece más endeble, porque para muchos militantes es muy clara la estrategia de Peña Nieto



            Que no hay intención, de parte de la clase política en el poder, de avanzar hacia delante, lo patentizan las alianzas del PRI con los partidos Verde Ecologista y Nueva Alianza, que no gustaron ni siquiera a los mismos militantes del tricolor. Esto no pareció importarle a su dirigente nacional, el muy criticado Humberto Moreira, quien las justificó aduciendo experiencias del pasado con ambos partidos, que en ese entonces no fueron cuestionadas. Además, nunca ha negado su larga amistad con la líder real del Panal y dirigente vitalicia del sindicato magisterial, Elba Esther Gordillo. He aquí una muestra clara del pragmatismo con el que quiere operar políticamente Enrique Peña Nieto.
            Si el país en la actualidad es presa de vicios extraordinarios, que se vienen arrastrando desde que el pragmatismo cínico se impuso a los principios, particularmente a raíz del triunfo de los tecnócratas en 1982, de continuar por el rumbo trazado desde entonces por la elite política, México estaría llamado a convertirse en una especie de país africano, tanto en el plano económico y social como en el político, con cacicazgos arcaicos como el que detenta la profesora Gordillo. Esto, con estricto sentido común no le convendría más que a quienes usufructuaran el poder con base en el puro pragmatismo, sin otro objetivo que apuntalar un grupo político que pretende ejercer el poder con miras caciquiles.
            El caso del propio Moreira es paradigmático, pues no tuvo empacho en heredar a su hermano el gobierno de Coahuila, situación que quiere afianzar con el apoyo del sindicato magisterial, con miras a que se prolongue mientras dicha organización mantenga su cacicazgo, de ahí su alianza con la profesora Gordillo. Por eso no le importan las críticas a su desatinada decisión, pues su verdadero interés está en la fortaleza que tal alianza puede proporcionar a su hermano Rubén, para que la dinastía de los Moreira perdure en el estado donde se prohijó el movimiento revolucionario que dio nacimiento a nuestra Carta Magna.
            Que las alianzas con el Panal y el Verde, en vez de ayudar al PRI lo perjudiquen, como han sostenido priístas de prosapia como Francisco Labastida Ochoa, no tiene importancia para Moreira. Él va por lo suyo, al igual que Peña Nieto. No es un asunto de votos en realidad el motivo de estas alianzas, sino aprovechar la fuerza de la organización magisterial con fines de manipulación electorera. Con el partido del desprestigiadísimo “niño verde”, el interés está en los arreglos económicos, al fin que lo que sobra es dinero a los dirigentes del partido creado por Jorge González Torres.
            Sin embargo, se olvida Moreira que el cacicazgo de la señora Gordillo tendrá que llegar a su fin, no porque tenga ya 22 años al frente del sindicato magisterial, sino porque la oposición al interior del mismo es mayor cada día, como así sucedió en 1989, cuando la profesora Gordillo fue apoyada por Carlos Salinas para sacar del poder a su antiguo protector, Carlos Jonguitud Barrios, quien venía ejerciendo un férreo cacicazgo desde 1974. Así que no es una garantía de éxito electorero la participación del sindicato de maestros para que el PRI alcanzara el triunfo en el 2012. No podría serlo en las actuales condiciones de desgaste que viene sufriendo la dirigente con sus constantes vaivenes, su inmoral pragmatismo y su pesada carga de corruptelas.
            La muerte de Jonguitud, el martes, puede verse como el símbolo de la extinción de uno de los cacicazgos más lamentables que puede sufrir un país. Aun cuando siga teniendo mayoría la organización de la señora Gordillo, los maestros le habrán de cobrar cuentas en los comicios de julio próximo. Esa mayoría no podrá seguirse sosteniendo de manera indefinida, porque los recursos con los que compra conciencias y lealtades irán mermando en los meses venideros. Así le cobrará seguramente Calderón sus traiciones, y es seguro también que ella no habrá de poner dinero de su bolsa para seguir gozando del cobijo de su organización.
            Mientras tanto, el PRI busca afanosamente los mecanismos para mantener una unidad que cada día parece más endeble, porque para muchos militantes es muy clara la estrategia de Peña Nieto y de Moreira, de valerse del partido para apuntalar intereses personales y de grupos oligárquicos ajenos al priísmo. No todos los dirigentes han olvidado que Salinas quiso desaparecer al partido.
Guillermo Fabela Quiñones - Opinión EMET