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La adicción de Sandra Bullock

 
La adicción de Sandra  Bullock




Una nueva enfermedad conocida desde los últimos años del siglo pasado. Los adictos al trabajo.  Hay mucha gente así. Aparentemente no puedes decirles nada, porque el que trabaja demasiado, incluso tiene colgada esa “etiqueta” de ciudadano ejemplar.
El problema puede llegar a ser muy grave, porque saca a la luz muchas cosas ocultas. Hay gente que sólo vive para trabajar, ese es el absoluto de su vida.
Muchos trabajan más de la cuenta porque tienen verdadero pánico al tiempo libre. Otros se escudan en el trabajo por sus muchos problemas de relaciones con los demás, con su familia, con los amigos o incluso consigo mismos.
Otros viven así, porque en su corazón sólo hay lugar para una ambición desmesurada. Quieren ganar lo máximo posible, alcanzar las más altas cotas de poder y ser conocidos y admirados por tener más que ningún otro. Ese es un problema personal muy grave, porque su autoestima como personas depende de lo que hacen, de tener su tiempo ocupado. No son capaces de aguantar una tarde sin hacer nada, un momento a solas con un amigo o un día dedicado a su familia. Parece como si fuese un pecado capital dejar de trabajar.
Hace poco veía un reportaje dedicado a las familias que perdieron a algún ser querido en el atentado terrorista contra las Torres Gemelas. Cuando les preguntaban que sentían, una mujer cuyo padre trabajaba en el piso 62 de una de las torres dijo: “Daría todo lo que tengo por volver a la mañana del 11 de septiembre, sólo para decirle a mi padre que le quiero” Cuando perdemos lo importante, nos damos cuenta que quizás hemos dedicado demasiadas fuerzas en nuestra vida a lo cotidiano.
 Lo hacemos porque la gran mayoría de la gente vive sólo para el éxito. Eso es lo que buscan. No les preocupan las cosas bien hechas, ni la grandeza, ni lo que le ocurra a los demás, lo único que muchos buscan es tener éxito. Y el éxito es una de las peores drogas que existen.
Te ciega completamente, tanto que eres capaz de renunciar a todo para llegar a tener lo que es imposible de alcanzar. Mientras tanto la realidad se escapa. Los mejores momentos se pierden y cuando comprendemos lo que es realmente importante, para muchos es ya demasiado tarde.
Jaime Fernández Garrido - Contenidos EMET