Juega Calderón a sentirse un locutor

 

Suponíamos también que dentro de esas grandes partidas presupuestales se cuenta con recursos más que suficientes para contratar a especialistas y conductores de esa rama para hacer lo que a un jefe de Estado sus múltiples responsabilidades

A estas alturas del mandato calderonista todavía se presentan acciones que sorprenden, decisiones que resultan asombrosas y se adoptan actitudes que se consideraban impensables y que rebasan sueños, imaginaciones y pesadillas. No se creyó ni remotamente que algún días veríamos al hombre que dice representar a más de 100 millones de ciudadanos mexicanos andar de “turista activo” promocionando las bellezas del país y los distintos deportes y atractivos. Suponíamos que el titular del Ejecutivo tiene suficiente trabajo revisando y elaborando políticas públicas, realizando inversiones del sector público para lograr abrir fuentes de empleo, equilibrando esta tarea con estrategias que permitan atraer inversiones que no pongan en riesgo la rectoría del Estado.

Suponíamos también que dentro de esas grandes partidas presupuestales se cuenta con recursos más que suficientes para contratar a especialistas y conductores de esa rama para hacer lo que a un jefe de Estado sus múltiples responsabilidades se lo impiden. Pero si eso ya resultó asombroso ni en la peor de las pesadillas hubiésemos logrado vislumbrar a un Calderón promoviendo ofertas y, esa, ha sido ya otra de sus singulares “hazañas”.

Con mucho orgullo, y creemos que sintiéndose empresario o locutor o promotor de tiendas y cadenas comerciales, don Felipe anunció que habrá ofertas en miles de comercios del 18 al 21 de noviembre, por lo que, incluso, se apresuró a anunciar la entrega del 50 por ciento de los aguinaldos para que los mexicanos puedan comprar al estilo del “Día de Acción de Gracias” de los Estados Unidos.

Si el  hecho de haberse convertido el gobierno federal en vocero del Grupo México, salvaguardando los intereses de la minera por encima de los cadáveres sepultados, ya era altamente reprochable, resultó que aún tendríamos más con la promoción turística, pero ya la promoción  para comprar artículos en tiempos de gran crisis dizque para incentivar los mercados, y todo ello tomando como ejemplo las costumbres gringas, ya es un limite que de rebasarse significará no sólo el colmo de los abusos cometidos sino una franca y abierta burla a millones de mexicanos.

Lilia Arellano