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Ahora, en ese viejo PRI vive la unión, que es mejor que la unidad, pues dos de sus militantes inauguran con tanteos la competencia por obtener la candidatura presidencial, que hasta el año 2000, el inquilino de Los Pinos nombraba. Y los que se oponían eran disciplinados con la promesa de un “hueso”, o expulsados como el general Almazán que protestó contra Cárdenas; o Miguel Henríquez Guzmán y, Maximino Ávila Camacho. El resto de los inconformes se sometieron, salvo Manuel Camacho que repudió a su camarada Salinas y se fue a la oposición. Hoy asesora a su pupilo Ebrard y aconseja a Calderón, pues ambos odian al PRI y a ningún precio quieren que recobre el cargo presidencial.
Dos PRI y sin árbitro. No como “endenantes”, cuando el Presidente, designaba al sucesor, con el corporativismo obtenían la “victoria” mayoritaria y se adueñaban de todo. El que ganaba, ganaba todo y los panistas como los chinitos: “nomás milando”. El PRI de Beltrones quiere compartir, con gobiernos de coalición de carácter semiparlamentario, tanto el Congreso como las secretarías del despacho, con un Jefe de Gobierno responsable ante los senadores y diputados. Y un Presidente de la República como Jefe de Estado. En cambio el PRI de Peña (y Televisa), si gana el cargo, quiere tener derecho a una mayoría postiza en el Congreso, no compartir ninguna dependencia y ejercer la gobernabilidad administrativa y legislativa.
Beltrones, aprendiendo de su experiencia propone abrir espacios a los partidos que resulten en segundo y tercer lugar de las votaciones, para garantizar más democracia y más republicanismo. Jugando al “todos ganan” y no al “llévate todo”. Y dispuesto a rectificar, propone dejar atrás el autoritarismo que define al PRI de Peña, por un PRI que responda a la cuestión beltronista de “Para qué queremos regresar” al poder presidencial, con el lema de “resolver con más democracia los problemas de la democracia”.
Peña hizo su tesis para graduarse en una universidad equis, sobre el presidencialismo y reelección de Álvaro Obregón y, estancado en su pasado, a esos tiempos quiere regresar; mientras el PRI de Beltrones pone al día sus fines políticos y el acento en la política económica (Beltrones obtuvo su licenciatura en Economía en la UNAM), para atender a los 52 millones de pobres y otras soluciones. Un PRI que mira para atrás y un PRI que mira al presente, porque la política es para el presente y para “un futuro que es hoy”.
Álvaro Cepeda Neri - Opinión EMET
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