Featured Post

Con sumo gusto

 
Con sumo  gusto



Pretendiendo con este experimento viciado de origen aumentar el PIB nacional, acelerar la economía, promover la ventas y hacer que varios incautos terminaran endrogados con artículos que no necesitan, mientras otro tanto de la población por la inercia de comprar algo que no pensaban comprar pero al encontrarlo en “oferta” acabarían por adquirir en alguna tienda de Carlos Slim de Lorenzo Sambrano o de Ricardo Salinas incrementando aún más sus abultadas fortunas, contrastando con los bolsillos vacíos de otro tanto de la población que ni con estos “descuentos” pueden hacerse de los enceres básicos dado lo raquítico de su economía y las condiciones de marginación en las que desarrollan su vida perenemente.
Este el México corporativo (no políticamente) el de las grandes empresas, el de los almacenes y tiendas de descuento, el de los outlets, el de la corporación como “persona moral” y su falla psiquiátrica, tratando a sus empleados despóticamente, con sueldos de miseria y horarios que poco contribuyen a la buena salud, contaminando los ríos, mares, el aire, agotando los recursos naturales de los que dispone nuestra generación, defraudando al fisco y asumiendo las facturas del alto costo del precio bajo. Son bien conocidas las 400 corporaciones que eluden impuestos, que provocan el hoyo fiscal que terminan pagando los ciudadanos al estilo Elektra (pagos chiquitos) con una base gravable muy amplia de la población en la cual se han salvado alimentos y medicinas como objetos de impuesto.
La enajenación que se vive el este siglo XXI supera los planteamientos del horror económico, la sociedad de masas y de consumo está llegando al máximo de su capacidad, la obsolescencia programada está incursionando en los artículos menos imaginados, mientras los talleres artesanales y de reparo se pierden en el olvido de los mismos utensilios que solían reparan. Comprar, tirar, comprar, es el círculo vicioso en el que la empresa nos somete, lo durable no es negocio  y el fomento de las necesidades es una prioridad para los publicistas, las externalidades económicas siempre han estado en segundo término, siempre habrá en el futuro alguien que corrija los errores de la voracidad capitalista.
El discurso del método de Descartes, Cogito ergo sum, pienso luego existo, se desecha como pila de laptop al imponerse como valor fundamental de la sociedad occidental el consumo luego existo o peor aún el “tengo, luego existo”.
A esto se le suma la actitud burlesca de los empresarios al rebajar sus mercancías diez o cincuenta centavos, e incluso subiendo el precio sus productos y presentándolos como si tuviesen descuento. La sociedad de consumo nos ha convertido en su servidora.
Moisés Vara de Gante - Opinión EMET