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Este “buen fin” es hasta burlesco para el michoacano, quien más bien debió promocionar su “mal fin” o su “fin negro”, frente a la serie de situaciones a las que debe enfrentarse y para las que luce entrampado. En el terreno político tanto el habitante de Los Pinos como Acción Nacional dejaron ver muy claramente su orfandad. Mostraron una total carencia de cuadros que les permitiera llevar a la oficina en donde se maneja la política interna nacional a un blanquiazul formado para esas lides en tiempos preelectorales. De nueva cuenta con el nombramiento del señor Alejandro Poiré se marca la inclinación de un manejo en el que más que la seguridad, el seguimiento de las bandas, de las mafias, prevalece con todo lo que ello indique.
Los interlocutores con los distintos grupos políticos están a la espera. Es el cuarto equipo que se desmantela porque a la llegada de los titulares de Gobernación se hacen cambios que si bien han permitido el seguimiento de algunos temas, han contribuido en exceso a las complicidades más que a los acuerdos. Ahí está en la mesa, sin que todavía lo muevan suficientemente, el tema de los gobiernos de coalición que iniciara el senador e indeciso aspirante a candidato priísta Manlio Fabio Beltrones y que fuera secundado por algunos intelectuales y políticos, pero que tiene un punto de apoyo muy actual en la figura de Marcelo Ebrard, quien habrá de estar cierto de que será a partir de la línea que marque en ese terreno que podrá medirse, incluso, su lealtad a la izquierda.
Porque para el discurso es muy fácil hablar de la necesidad de convertirse en una “izquierda moderada”, también pueden usar la palabra “moderna”, que permite que puedan convivir izquierdas y derechas como si en verdad en otros países tales mezclas hubiesen tenido éxitos rotundos y por un buen tiempo. Lo que se ha logrado es apaciguar las aguas, evitar los estallidos y momentáneamente para, posteriormente, pasar a otras etapas que refieren inestabilidad tanto económica, como política y social. Es ahora cuando empezarán a tejerse otras historias y de ahí la necesidad de seguir muy de cerca los hechos, las acciones de quienes pretenden ejercer a plenitud el poder.
Habrá que poner en blanco y negro las palabras y los hechos. Hace un par de días, por ejemplo, López Obrador habló de la necesidad de que alguno de los dirigentes nacionales de los partidos que integran la alianza que los postulará se registrara como contendiente con la finalidad de que pudiera utilizar sin ninguna violación a la Ley los tiempos de la precampaña. Lo dijo públicamente, por lo tanto queda sin validez la expresión de Jesús Ortega señalando su desacuerdo porque “no se valen las simulaciones”. ¿Cuál simulación? ¿Existe cuando se está hablando claramente y hasta señalando la finalidad? Aunque si entráramos en asuntos mayores, ¿no fue una gran simulación la que llevó a cabo su tribu haciéndose pasar como representantes de la izquierda cuando han venido cobrando con la derecha con todo lo que esto significa? Es aquí en donde habrá que tener muy presente el viejo refrán “el león cree que todos son de su condición”.
En otro terreno aparece la defensa que Enrique Peña Nieto ha emprendido fuertemente hacia Humberto Moreira y que sólo pudo lanzarla con tanto vigor frente a un atacante débil, derrotado, como está viendo a Felipe Calderón. Ya está claro que el coahuilense no requerirá del fuero del Senado o de la Cámara de Diputados, le basta con la dirigencia del tricolor, con la del partido que suponen llegará al máximo poder para mantenerse fuera de toda duda. Eso seguramente tranquilizará a muchos gobernadores que encontrarán en el mexiquense una gran firmeza de carácter cuando lo que les está lanzando es el aviso de un autoritarismo de tal magnitud que más vale que se dobleguen y pronto porque su palabra será Ley.
Y como cereza del pastel, le aparece a Poiré un PAN desesperado, con prisa, contemplando como se dan los acomodos burocráticos, como intentan encontrarle la cuadratura al círculo, en tanto que los opositores avanzan y Calderón solo intenta defenderse prometiendo empleos en los que nadie cree y en tiempos en lo que luce a la zaga de quien le siguiera los pasos durante todo el mandato. Creel, la Vázquez Mota y Cordero consideran que esperar hasta febrero no sólo va a desgastarlos sino que no permitirá que ninguno de ellos logre consolidarse y hacerle frente a los otros, que más bien será al otro, porque los tricolores hace décadas que nos resultaron de derecha, que no derechos.
Lilia Arellano - Opinión EMET
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